Kintsugi, una técnica de reparación japonesa que trasciende al espíritu

  • Los objetos cerámicos se hacen añicos y se vuelven a reconstruir, sellándolos con materiales como resina, plata, oro e incluso platino.

    El Kintsugi no sólo revela la belleza de una pieza que ha pasado por un proceso de destrucción, también supone una metáfora acerca del desarrollo personal.

Kintsugi, una técnica de reparación japonesa que trasciende a las emociones
Kintsugi, una técnica de reparación japonesa que trasciende a las emociones
Fran Hurtado

El Kintsugi es una técnica milenaria del arte japonés que reside en la reparación de objetos cerámicos. Estos objetos, una vez hecho añicos, se vuelven a reconstruir, sellándolos con materiales como resina, plata, oro e incluso platino.

Esta ‘reparación’, lejos de verse como una restauración, supone casi una resurrección del propio objeto, pues adquiere una nueva perspectiva tras su proceso de reconstrucción. El objeto vuelve a su forma original, repleta de grietas y selladuras vistosas que adquieren un valor estético, conceptual y que, en el caso de las restauraciones con metales nobles, también un valor tangible mucho mayor.

La metáfora del Kintsugi y la inteligencia emocional

El Kintsugi no sólo revela la belleza de una pieza que ha pasado por un proceso de destrucción, con ella también se han establecido metáforas existenciales acerca del desarrollo personal.

Kintsugi viene a ser una poesía acerca de la resiliencia, de la resistencia personal ante las desavenencias que como individuos vamos cargando conforme pasan los años. Podemos optar por ser un objeto hecho añicos, o restaurarnos de manera que logremos, en la medida de lo posible, resurgir de una manera reforzada, haciendo de nuestras cicatrices adquieran un valor que potencie el resultado de salir adelante conforme a esos traspiés que, además, hemos sellado brillantemente.

Esta técnica japonesa hace ver que las cicatrices pueden ser el orgullo del resultado de las experiencias que han supuesto una grieta en nuestras emociones y que pueden restablecerse de manera reforzada, y que la paradoja de la vida consiste en arriesgar con todas las consecuencias, pues si sabemos gestionarnos a nosotros mismos, la ruptura ocasionada de esas caídas pueden ser cubiertas del metal más precioso posible, traducido en empoderamiento personal, actitud frente a las circunstancias, un crecimiento de la autoestima...

Ya lo decía Nietzsche: “debes estar preparado para arder en tu propio fuego: ¿cómo podrías renacer sin haberte convertido en cenizas?” Por lo que posiblemente no debas subestimar a quien ha caído, pues quien ha logrado levantarse, revela que ‘ha sobrevivido’ con un fondo sobrefortificado.

Mostrar comentarios