La crisis financiera palestina reduce al mínimo las compras en Ramadán

  • La crisis financiera palestina y la recesión económica han reducido al mínimo las compras en el Ramadán, mientras que en los mercados y comercios de las ciudades de Gaza y Ramala los vendedores exponen sus mejores productos y mercancías.

Saud Abú Ramadán

Gaza/Ramala, 24 jul.- La crisis financiera palestina y la recesión económica han reducido al mínimo las compras en el Ramadán, mientras que en los mercados y comercios de las ciudades de Gaza y Ramala los vendedores exponen sus mejores productos y mercancías.

Abu Mohamed Shabat, de 42 años y empleado del gobierno del movimiento islamista Hamás que controla la franja de Gaza, ha decidido este año minimizar la lista de productos a comprar para ahorrar algo de dinero por si ocurre una emergencia.

"Sólo he gastado 70 dólares en productos básicos para el Ramadán como harina, aceite, algunos quesos, verduras y frutas. No voy a poder comprar este mes otros productos necesarios como dátiles, frutos secos o postres", explica.

Los dos gobiernos de los territorios palestinos -el de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en Cisjordania y el de Hamás en Gaza- atraviesan una crisis financiera que ha impedido que se puedan pagar a tiempo los salarios de sus 185.000 empleados.

Esta situación ha provocado a su vez la recesión económica y se ha dejado sentir en los mercados palestinos, donde vendedores y comerciantes tienen que lidiar con unas ventas escasas a pesar de que, a diferencia de otros años, hay cantidad de productos para elegir.

"Sólo tratamos de vender la mercancía, recuperar nuestro capital y luego ya pensaremos en los beneficios", indica Luai Murtaja, que regenta una pequeña tienda en el mercado de la capital de Gaza.

Murtaja se queja de que "la gente sólo compra lo básico para ir tirando" lo que se refleja en su negocio.

Como el resto de los musulmanes en todo el mundo, los palestinos ayunan alrededor de 15 horas durante los 30 días que dura el Ramadán -durante las que no comen, beben ni fuman- pero luego hacen dos grandes comidas para las que intentan conseguir los mejores productos: una al caer el sol y otra al amanecer.

A las duras condiciones de realizar un ayuno en pleno verano se suman otros factores que influyen en el estado de ánimo general de la población.

Así, la decisión de la ONU de reducir la asistencia financiera a los refugiados palestinos y la escasez de combustible y electricidad en la paupérrima Gaza, donde habitan millón y medio de personas, han deteriorado considerablemente la situación.

Nael Musa, profesor de Ciencias Económicas en la Universidad Al Nayah de Naplusa, explica que el déficit presupuestario que arrastra la ANP también tiene su impacto en los mercados en vísperas del Ramadán.

Los economistas señalan que el volumen de negocio en los mercados en Cisjordania y Gaza se encuentra en gran medida limitado porque la economía sigue deteriorándose mientras aumenta la tasa de desempleo y la pobreza.

Samer Mohamed, de la ciudad cisjordana de Ramala, intenta que el 60 por ciento del salario que ha cobrado a finales de junio le alcance para poder comprar los productos de este mes.

Dos semanas después pudo cobrar el otro 40 por ciento de su sueldo aunque no tiene mucha confianza en el futuro: "quién sabe si recibiremos nuestros salarios del mes de julio".

La crisis presupuestaria en la ANP -que tiene el compromiso de pagar a sus 150.000 empleados- supera, según datos oficiales, los mil millones de dólares.

La última demora en el pago de las nóminas se ha resuelto parcialmente en el último minuto gracias a una aportación urgente de Arabia Saudí a la ANP para que pudiera realizar el pago del 40 por ciento restante tras haber abonado el 60 por ciento de las nóminas de los funcionarios.

Por esta razón, Samer, como otros empleados de la ANP en Cisjordania y Gaza, decidió reducir sus compras.

"Mi mujer generalmente hace la lista de la compra, pero este Ramadán no he seguido sus indicaciones y he comprado lo que he podido", dice mientras merodea en el mercado de Ramala.

Coincide con él Samir al Khatib, otro funcionario residente en Naplusa, al norte de Cisjordania.

"Este año, a raíz de que los salarios han sido cobrados en dos fases, hemos reducido los gastos porque tememos que no nos paguen julio o agosto", explica.

La ANP arrastra desde hace años una crisis presupuestaria debida en gran medida a que los países donantes -y en particular los árabes- no han cumplido con sus compromisos de pago.

La situación económica ha llevado a que, por primera vez en años, las escenas de poco consumo sean similares en los mercados de Ramala y de Gaza.

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