La feria de la Alasita concede a los bolivianos sus deseos, pero en chiquito

  • Casas, autos, dólares, bebés, títulos de propiedad y hasta visados para entrar en Estados Unidos: todo tiene cabida en la Feria de la Alasita que se inauguró hoy en La Paz y a la que miles de bolivianos acuden para comprar las versiones en miniatura de aquello que más desean para el nuevo año.

Lorena Cantó

La Paz, 24 ene.- Casas, autos, dólares, bebés, títulos de propiedad y hasta visados para entrar en Estados Unidos: todo tiene cabida en la Feria de la Alasita que se inauguró hoy en La Paz y a la que miles de bolivianos acuden para comprar las versiones en miniatura de aquello que más desean para el nuevo año.

A lo largo de dos semanas, esta feria cuyo nombre significa "cómprame" en aimara se convierte simbólicamente en el mayor mercado de divisas del mundo, donde minúsculos fajos de dólares, euros y bolivianos, la moneda local, cambian raudos de propietario para que a sus compradores no les falte el dinero en los próximos meses.

Llegar a la zona de La Paz donde se celebra la feria es una sobrecarga para los sentidos y quizá especialmente para el olfato del visitante.

Quien acuda a la Alasita debe estar listo para asimilar los intensos aromas del incienso utilizado en las ceremonias para bendecir las miniaturas, que se mezclan con el olor que desprende la carne de res cocinada en los numerosos puestos que ofrecen el típico "plato paceño" a base de vegetales, queso y, últimamente, vacuno.

Saciado el apetito, los visitantes tienen a su disposición un sinfín de tenderetes artesanales en donde comprar cientos, miles de objetos en miniatura que simbolizan todo aquello que una persona puede desear.

Como encontrar pareja o casar al hijo, por ejemplo. Para este anhelo, se regala un gallo a las mujeres y para ellos, una gallina.

"He comprado un gallo a ver si caso a mi hijo de 27 años, que es hora ya de que se vaya de casa y le toque una buena chica", dijo a Efe la peruana Tomasa Pérez, quien también compró miniaturas de comida, un auto y "una maleta para viajar".

Tampoco se libró de los buenos deseos maritales el presidente boliviano, Evo Morales, quien acudió a inaugurar la feria y recibió como regalo una gallina, una "guagua" o bebé y una casita.

"Si el próximo año vuelvo con una casa, un bebé y esposa, algunos hermanos, por favor, que no protesten. Solo le pido al Ekeko", bromeó el mandatario, quien aseguró que cree en esa deidad de la abundancia a la que atribuyó la bonanza económica del país.

Quienes ya tienen pareja también pueden formalizar (o finiquitar) el asunto en esta feria, en la que simbólicos puestos de registro civil "celebran matrimonitos, inscriben nacimientitos y tramitan divorcitos".

Una larga cola de parejas adolescentes esperaban ante uno de estos puestos, en los que por 30 bolivianos (algo más de 4 dólares) les proporcionaban acta de matrimonio, libreta de familia, dos anillos, brindis y un vals.

Capítulo aparte merece el apartado "inmobiliario" de la feria, con todo tipo de pequeñas viviendas para quienes desean que el año les traiga una casa propia.

Bucólicos chalés de inspiración alpina, construcciones modernas que ya quisiera haber diseñado Le Corbusier, terrenos en el campo, casas rústicas... variedad arquitectónica para todos los gustos, y todas acompañadas de su correspondiente título de propiedad.

Junto a las casas, en la Alasita también pueden encontrarse negocios enteros en miniatura fabricados con minucioso detalle: una farmacia, una tienda de ultramarinos, librerías, ferreterías, restaurantes y joyerías se ofrecen al visitante que este año desee abrir empresa propia.

Confeccionar cada una de estas detalladas figuras ocupa a los artesanos unos dos días por pieza, explicó a Efe la vendedora Marina Nina de Gamboa, quien lleva 45 años acudiendo a la feria a vender sus creaciones, casitas que incluyen cristaleras art decó y visillos de encaje tras las ventanas.

Eso sí, de poco servirá comprar casas, autos, dinero, títulos universitarios y aparatos tecnológicos si uno no cumple con la tradición de presentarlos a un chamán aimara, un "yatiri", para que los bendiga en una ceremonia con incienso, alcohol, pétalos de flores y hasta un armadillo disecado como inquietante testigo.

Entre 5 y 40 bolivianos (de 1 a 6 dólares) se llegan a pagar por esta bendición, para la que algunos "yatiris" también piden cerveza, en teoría para ofrecerla al regordete "ekeko", aunque en la práctica sean ellos quienes la disfrutan.

Para disgusto de los puristas, este año proliferan en los puestos las figurillas de símbolos poco bolivianos como los elefantes de la fortuna o las serpientes, en referencia a la celebración del año chino de este reptil.

Curiosamente, la hegemonía del gigante informático Apple no ha llegado a la Alasita, ya que las miniaturas de computadores, tabletas y teléfonos móviles eran todas, según pudo constatar Efe, de una conocida marca coreana.

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