La muestra "Luz de Mar" reivindica a fareros, un oficio en vías de extinción

  • La vida en los faros, las vicisitudes de sus últimos habitantes y la agonía de un oficio en el que ya no hay recambios se evocan en la exposición "Luz de Mar", que acoge hasta finales de junio el Centro de Arte Cabo Mayor de la Autoridad Portuaria de Santander.

Santander, 11 abr.- La vida en los faros, las vicisitudes de sus últimos habitantes y la agonía de un oficio en el que ya no hay recambios se evocan en la exposición "Luz de Mar", que acoge hasta finales de junio el Centro de Arte Cabo Mayor de la Autoridad Portuaria de Santander.

Se trata de un documental y una muestra que, a través de veinte fotografías, quiere ser un homenaje para un oficio en extinción, porque ya no se convocan oposiciones -las últimas fueron en 1993-.

Este material describe además la vida del farero, y descubre también las sensaciones y sentimientos encontrados de quienes están a su alrededor.

Por ejemplo, en Castro Urdiales, los autores de este trabajo -Luis Vázquez, "Curro", y Raúl Serrano- hablaron con la viuda y la hija del 'torrero' local.

Curro explica que estas mujeres les contaron que en el faro "se aburrían como monas", porque, aunque son sitios casi "idílicos", no hay nada alrededor.

Y es que la vida en un enclave de este tipo no es para cualquiera: para ser farero hay que estar hecho casi de una pasta especial. "Es vocacional cien por cien, es algo que tienes que llevar dentro", destaca Curro.

El farista es por lo general una persona "con mucho tiempo" que dedica "a otras cosas", ya sea la escritura, la música, hacer maquetas de barcos u otras manifestaciones artísticas.

De hecho, para elaborar este trabajo, Curro y Raúl Serrano no hablaron con demasiados fareros, porque "algunos no son demasiado receptivos".

Pero sí se recorrieron gran parte de los faros de España. No llegaron a Canarias "porque no había presupuesto", pero sí a Baleares, donde estuvieron con el último farero de Formentera, que tuvo que dejar la isla para ir a trabajar a unas oficinas de la Autoridad Portuaria.

También se recoge el dolor de una farera de Almería, al dejar su puesto de trabajo por jubilación. Y ello, aunque sus hijos tenían que hacer 40 kilómetros de ida y otros 40 de vuelta para acudir al colegio.

Ello motiva que sean pocas las personas que tienen en un faro su lugar de residencia, y encima la tendencia es que cada vez se vacíen más.

Todo eso se quiere reflejar en esta obra, que en parte denuncia la falta de regeneración y que muchos faros quedarán en manos de empresas de mantenimiento tras la marcha de sus ocupantes. "Se deshumanizarán un poco", lamenta Curro.

El germen de este trabajo fue el proyecto de un libro de fotografías, pero tirando de ese hilo los autores se dieron cuenta de que el mundo de los faros tenía mucho contenido y que podía merecer la pena contar más cosas. Y más con el componente de romanticismo y simbólico de estas construcciones.

En las próximas semanas, esta muestra "Luz de Mar" convivirá en el Faro de Cabo Mayor con la colección de los artistas Eduardo Sanz e Isabel Villar.

El testimonio de Eduardo Sanz, el pintor de faros por excelencia, también se puede conocer en este documental, junto a las reflexiones de escritores o pescadores.

En la muestra aparecen, entre otros muchos, un faro "con forma de ovni" que hay en Tarragona y que estaba en el Delta del Ebro, el mítico de la Torre de Hércules, o el de Chipiona (Cádiz), el más alto de España.

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