La radiografía de los jóvenes españoles les acerca a la 'cultura de la muerte'

    • Partidarios de la eutanasia, la pena de muerte para delitos graves y el aborto.
    • Los jóvenes son más conservadores y están más preocupados por el orden. 

Son más conservadores y están más implicados en todo. Ya no quieren ser ni-nis. Pero los datos del último estudio del Centro Reina Sofía tienen un lado oscuro. Los jóvenes se acercan a la cultura de la muerte. Lo hacen tal vez de forma inconsciente, pero rotunda. En su percepción de la moral (un concepto arrasado por las ideologías) les parece más que admisible que exista libertad absoluta para abortar, apuestan por la eutanasia o la pena de muerte para los delitos muy graves.


Los valores morales están implícitos en la admisibilidad de comportamientos. En este ámbito, según los datos del estudio, los jóvenes españoles mantienen en esencia sus posturas ya conocidas: una mayor tolerancia hacia comportamientos que se ven como pertenecientes al ámbito privado (derecho de los homosexuales a adoptar hijos, aborto, eutanasia, “pirateo” de discos) y mucho menor frente a los que se refieren al ámbito público (romper señales de tráfico, conducir bajo los efectos del alcohol, etc).


Lógicamente se da una gran dispersión de posturas, traduciendo desacuerdos entre los jóvenes, con gran influencia de la ética personal y la ideología personales. De hecho es bien sabido que no existe la juventud como tal, que lo que hay son colectivos de jóvenes muy diferentes en comportamientos, actitudes y valores.El esfuerzo y el ahorro ganan enteros: la cultura del 'pasota' va desapareciendo

La crisis ha cambiado la mentalidad de los jóvenes españoles. Los jóvenes españoles de 14 a 25 años son cada vez más conservadores –reivindican valores y virtudes tradicionales como el esfuerzo, el ahorro, la honestidad o la prudencia, por ejemplo- y cada vez se muestran más implicados o dispuestos a implicarse en lo colectivo. Tanto desde el cuestionamiento radical del estado de las cosas –reclamando un cambio de modelo social, político y económico- como desde parámetros más ortodoxos, sin llegar a cuestionar el orden establecido, aunque sí reclamando su perfeccionamiento.Más preocupados por el orden y la seguridad

En definitiva, en los últimos años, quizá a causa de la crisis, los jóvenes españoles se han hecho más ortodoxos, más proactivos frente a lo comunitario, más implicados en lo común, y mucho más preocupados por el orden y la seguridad.
Por el contrario, los valores asociados al presentismo o el hedonismo –apurar el momento, primar el ocio, etc- y usados como seña de identidad del estereotipo del joven pasota, del joven ni-ni, parecen haber perdido importancia para los jóvenes españoles.
Éstas son algunas de las principales conclusiones de la investigación “Jóvenes y valores sociales” -realizada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, un centro privado e independiente creado por la FAD gracias al apoyo de Banco Santander y Telefónica- que ha sido presentada esta mañana en Madrid por Ignacio Calderón y Eusebio Megías, director general y director técnico respectivamente del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD, y por el catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto, Javier Elzo, codirector del estudio.
La investigación analiza, a través de 1.000 entrevistas a jóvenes de 15 a 24 años, cuáles son las prioridades vitales de éstos, sus posturas morales, cómo se perciben, qué les preocupa de sí mismos y de la realidad social, o cuáles son sus principios éticos o sus propuestas de convivencia. El estudio también presenta una tipología de los jóvenes españoles, según sus valores y actitudes.
Las relaciones familiares... y el dinero, lo más importante
Tener personas en quien confiar, tener unas buenas relaciones familiares, ganar dinero o tener éxito en el trabajo es considerado muy importante para más del 90% de los jóvenes españoles de 15 a 24 años. Sin embargo los valores que más incrementaron su importancia en estos años fueron los más ideológicos y los referidos a la sociedad en su conjunto. Han perdido importancia las prioridades que el tópico ha venido atribuyendo a los jóvenes.El interés por la religión y la política aumenta, pero poco

Es muy significativo que, de toda la batería propuesta, sólo el interés por la política y la religión no alcanzan el nivel medio de importancia en la escala (4.93 y 4.20, cuando la media de la escala es 5.5). Pese a todo, son propuestas claramente más valorados que hace ocho años: el interés por la política se incrementa en 0.56 puntos, y el interés por la religión lo hace 0.50 puntos

Lógicamente se da una gran dispersión de posturas, traduciendo desacuerdos entre los jóvenes, con gran influencia de la ética personal y la ideología personales.Quieren que el dinero se destine a la sanidad y a la educación

El estudio también ha indagado acerca de qué recursos consideran los jóvenes que, pese a las dificultades, no se deberían reducir. Más de la mitad de los jóvenes menciona las  partidas destinadas a la sanidad (64.7%) y, a corta distancia, la enseñanza (57%), como las prestaciones centrales y básicas del Estado de bienestar en las que no cabe reducción. Le sigue, por orden de importancia, la ayuda a los “ancianos, niños, minusválidos que lo necesiten” (46.4%). En las últimas posiciones, menos de un 6% menciona acciones de apoyo a los marginados (presos, alcohólicos, inmigrantes sin “papeles”…) y a obras públicas. La merma de recursos parece recaer en los colectivos menos capaces de defenderse.
En cuanto a cómo se ven los jóvenes a sí mismos, el estudio confirma que trazan una imagen bastante positiva, una auto imagen muy identificada con valores que son deseables individualmente y se adaptan a un “deber ser” socialmente aceptado. Los rasgos más potentes son aquéllos que definen elementos de desempeño personal (trabajador, honrado, responsable, etc.) y ligeramente menos los que implican valores y actitudes con respecto a lo colectivo (solidario, tolerante, etc.).
Rasgos como “rebelde” y “pensando sólo en el presente” generan posiciones muy encontradas, aún con mayorías ligeras de alta identificación (alrededor del 44%). “Con poco sentido del deber”, “con poco sentido del sacrificio” y “egoísta” son identidades rechazadas por la mayoría de los y las jóvenes, aunque pueden reconocerse en ellas hasta uno de cada cinco.


Estableciendo una comparación con el análisis que se hizo en 2006, entonces referido a la atribución de rasgos a “la juventud en general”, la autoimagen actual de los jóvenes está mucho más caracterizada por rasgos positivos que los que se atribuyeron en aquel momento a los coetáneos. Es claro que, más allá de la benevolencia con que cada cual se mira, hay una reivindicación de los rasgos más “virtuosos”, postmaterialistas, y una infravaloración de los aspectos postmodernos, lúdicos y deresponsabilizadores.
En este período se ha producido un subrayado de todo lo que se podría llamar las virtudes tradicionales, el deber ser ideal, y un cierto rechazo de esos rasgos que, con un innegable carácter negativo, los jóvenes se autoaplicaban en sintonía con el tópico social. No sabemos si los jóvenes son más virtuosos; lo que podemos afirmar es que serlo parece estar mucho mejor considerado.Escasa confianza en las Instituciónes

Los datos muestran una escasa confianza institucional de los jóvenes. Cabe destacar la brecha de confianza entre lo ajeno al sistema y lo que pertenece al mismo, que visibiliza la grieta entre ciudadanos y poderes públicos convencionales.
Desde el punto de vista evolutivo, podríamos señalar que a lo largo de estos años se ha producido un deterioro en la confianza en muchas instituciones, sobre todo en los partidos políticos, el sistema parlamentario, los sindicatos y la patronal, aunque parece haber un repunte en 2014, salvo frente a los partidos que siguen en caída libre. Ha mejorado la confianza en las ONGs y en las fuerzas armadas. Pese a todo lo anterior, los jóvenes españoles se muestran algo menos críticos que la población general, donde encontramos aun mayores índices de desconfianza.Están satisfechos con su vida, pese a todo

Como viene siendo habitual en los análisis sobre la juventud española, los jóvenes, pese a su visión negativa de las circunstancias, declaran altos niveles de satisfacción general con su vida. Esta satisfacción se basa en apreciaciones más ligadas a vivencias personales que a las circunstancias contextuales. Siempre es llamativa esta discrepancia, que parece tener que ver con dos elementos: la estigmatización que siempre se hace de lo ajeno, y la salvaguarda de bienestar que se deriva de algunas circunstancias personales (la familia, los amigos…).

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