La Sociedad Max Planck gana el premio Príncipe de Cooperación Internacional

  • La Sociedad Max Planck para el Avance de la Ciencia, una de las instituciones más destacadas de Europa dedicada a la investigación extrauniversitaria, ha logrado hoy el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional por la estrecha colaboración que genera entre investigadores de todo el mundo.

Oviedo, 12 jun.- La Sociedad Max Planck para el Avance de la Ciencia, una de las instituciones más destacadas de Europa dedicada a la investigación extrauniversitaria, ha logrado hoy el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional por la estrecha colaboración que genera entre investigadores de todo el mundo.

El jurado ha valorado su vocación europea y su capacidad de generar equipos de jóvenes científicos altamente cualificados y comprometidos con las áreas de investigación más punteras que se desarrollan en el mundo, así como el hecho de que trabaje bajo el ideario de la excelencia en la investigación a escala mundial.

La cooperación internacional es uno de los pilares del trabajo de la Sociedad Max Planck, como lo muestra el hecho de que un tercio de los directores de instituto y la mitad de los aspirantes a doctorado proceden de países distintos a Alemania, donde tiene su sede.

La sociedad fue fundada en 1948 -heredera de la Sociedad Kaiser Guillermo y renombrada en homenaje al físico alemán que inició la mecánica cuántica- y aglutina a más de ochenta institutos de investigación que cuentan con casi 6.000 socios en un centenar de países donde impulsan más de 2.000 proyectos de cooperación.

Cantera de premios Nobel -diecisiete desde 1948 y quince más en su etapa anterior-, la Sociedad Max Planck publica cada año más de 15.000 referencias en las revistas científicas más destacadas.

Actualmente cuenta con 82 institutos dedicados a diversas disciplinas, tanto en el terreno de las ciencias naturales como en el de las ciencias sociales, siempre en el marco de la investigación básica y al margen de influencias de la política y la industria.

Cada uno de ellos surgió de planteamientos de un científico de elite, a quien se le da mano libre en la definición de su terreno de investigación y en la elección de sus colaboradores, y que se dedican a áreas de investigación especialmente innovadoras y que requieren de un alto presupuesto.

La sociedad tiene una estructura abierta que le permite abrir nuevos institutos para buscar respuesta a nuevos desafíos científicos y cerrar otros, cuando las áreas a las que se dedican han logrado entrar al mundo de la investigación universitaria.

Tras conocer la concesión del premio, para el que fue propuesto por el investigador español Pedro Miguel Echenique, el presidente de la sociedad, Peter Gruss, ha lamentado los recortes que están sufriendo la investigación y la ciencia en Europa y en concreto en España y ha considerado, que en medio de la crisis, muchos países están ahorrando en el terreno equivocado.

"Lo que está pasando en España en el terreno de la investigación es algo muy triste. Conozco científicos españoles excelentes que no tienen condiciones para investigar y lo peor es que muchos tienen que terminar marchándose de España", ha señalado Gruss a Efe.

El catedrático de biología molecular ha calificado los resultados de los recortes como algo "muy triste" y ha subrayado la importancia de la investigación básica para el desarrollo de las sociedades y cómo sus resultados terminan repercutiendo en lo social y en lo económico.

En los últimos años han sido distinguidos con este galardón el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (2012); el estadounidense Bill Drayton, fundador y presidente de Ashoka, la asociación de emprendedores sociales más grande del mundo (2011); The Transplantation Society y la Organización Nacional de Trasplantes (2010) y Organización Mundial de la Salud (2009).

Al premio concurrían veintiséis candidaturas de diecisiete países y la Sociedad Max Planck llegó a la última ronda de votaciones junto al jesuita español Enrique Figaredo, obispo de la prefectura apostólica de Battambang (Camboya).

El galardón, el sexto de los ocho premios Príncipe de Asturias que se falla este año, está dotado con 50.000 euros y con la reproducción de una estatuilla diseñada por Joan Miró.

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