Las dificultades para "divisar" al papa, el reto en la Plaza de la Revolución

  • Varios cientos de miles de cubanos asistieron hoy a la misa del papa Benedicto XVI en la emblemática Plaza de la Revolución de La Habana, donde la dificultad para "divisar" al pontífice bajo el sol y entre una marea de parasoles fue el gran "reto" de los peregrinos.

Anett Ríos

La Habana, 28 mar.- Varios cientos de miles de cubanos asistieron hoy a la misa del papa Benedicto XVI en la emblemática Plaza de la Revolución de La Habana, donde la dificultad para "divisar" al pontífice bajo el sol y entre una marea de parasoles fue el gran "reto" de los peregrinos.

En la gran explanada, sitio de masivas concentraciones de la revolución cubana en el último medio siglo, los asistentes se amontonaron para seguir la llegada a la plaza de Benedicto XVI en el papamóvil, mientras se aupaban unos a otros para intentar ver su rostro y "ser bendecidos".

Varias familias llevaron pequeños bancos y sillas que se turnaban a ratos para ver el altar y seguir los movimientos del Pontífice.

Otros grupos se dieron por vencidos y "acamparon" en el asfalto de la explanada cubiertos por sombrillas, lienzos y sábanas, para protegerse del fuerte sol y escuchar la homilía por los altavoces.

El edificio de la Biblioteca Nacional, ubicado a un costado de la explanada, fue cubierto por una tela enorme con la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, y el lema "La Caridad nos une".

A un lateral del altar, se ubicó otra telón con la frase "En la cruz murió el hombre un día", del independentista cubano y héroe nacional José Martí, cuyo monumento preside la Plaza de la Revolución.

El altar fue construido justo bajo el monumento de Martí y frente a la gran efigie metálica del guerrillero Ernesto Che Guevara, que ocupa la fachada de uno de los edificios oficiales de la explanada.

Varias personas se quejaron de que el altar era demasiado "bajo" para ser divisado a distancia, a diferencia del alto presbiterio de estructuras metálicas que se construyó para la misa del lunes en Santiago de Cuba, en el este del país.

Una vez comenzada la celebración, la mayoría de los asistentes a la homilía guardó silencio y siguió la liturgia con atención, ayudados por una "guía" para la ceremonia que fue repartida en varios puntos de entrada a la plaza.

Según la Iglesia Católica en Cuba, solo el uno por ciento de la población de la isla asiste regularmente a misa, por lo que los rituales de su liturgia son desconocidos para buena parte de las personas que hoy colmaron la plaza.

Junior Luis, un católico de 27 años, dijo a Efe que la visita de Benedicto XVI "debe tener una repercusión en todos los sentidos, y para los jóvenes cubanos cristianos debe significar un mayor compromiso con la propia Iglesia".

"He venido a la plaza a proclamar mi fe, porque siempre lo hice públicamente, en los buenos y en los malos tiempos para los católicos", resaltó a Efe una habanera que prefirió el anonimato.

César Torres, otro cubano que también asistió a la misa de Juan Pablo II en la misma plaza hace 14 años, opinó que en esta ocasión acudieron menos personas, pero resaltó que aún así "la acogida ha sido muy importante".

Está previsto que el papa abandone la isla a las 16.30 hora local (21.30 GMT) pero antes se despedirá de los habaneros con un recorrido en papamóvil desde La Habana hasta el aeropuerto internacional José Martí.

Joseph Ratzinger finalizará así la segunda gira que ha cursado a Latinoamérica y que comenzó en México el 23 de marzo.

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