Los expertos descartan peligro radiactivo para la población tras la explosión en la central de Japón

  • El mayor riesgo ahora es que la refrigeración que necesita el reactor no sea suficiente para evitar la fusión del núcleo, es decir, de las barras de circonio que lo protegen bajo el agua y que se fundirían si alcanzaran una temperatura excesiva, "transformando la estructura en un pegote radiactivo". De llegar a esta fusión total, lo cual es improbable, según los especialistas, esta bola radiactiva podría traspasar la protección de hormigón y alcanzar las primeras capas de la tierra, contaminando los suelos.
Sara Acosta

La segunda explosión que se ha producido esta madrugada (hora española) en la central de Fukushima I, la  más afectada por efecto del tsunami en Japón, no ha tocado el reactor número tres (la central cuenta cuatro reactores). La explosión se ha producido, como ocurrió el sábado en el reactor número uno, por la liberación de gases en la atmósfera que ha sido necesaria para evitar el exceso calentamiento del núcleo.

Los expertos recuerdan que no se trata de una explosión radiactiva, como fuera el caso de Chernóbil, sino que se ha producido fuera del reactor. Al bajar el nivel de agua de refrigeración del reactor, este empieza a calentarse en exceso. La siguiente medida es dejar escapar gases para evitar una mayor presión. De ahí la explosión de hidrógeno que se registró el sábado, y la segunda que ha tenido lugar esta madrugada.

El fallo de las centrales no se produjo como consecuencia del terremoto, sino del tsunami que siguió y que arrastró los motores diésel que mueven el sistema de refrigeración en caso de fallo. Por ello, el Gobierno japonés ha recurrido en la urgencia a la refrigeración del reactor con agua de mar, lo que arruina completamente los reactores para un uso en el futuro.

"Esta segunda explosión tampoco ha afectado al reactor, la medida entra dentro del sistema de emergencia que requiere la situación", explica Juan José Gómez Cárdenas, investigador del Instituto de Física Corpuscular del CSIC.

El mayor riesgo ahora es que la refrigeración que necesita el reactor no sea suficiente para evitar la fusión del núcleo, es decir, de las barras de circonio que lo protegen bajo el agua y que se fundirían si alcanzaran una temperatura excesiva, "transformando la estructura en un pegote radiactivo". De llegar a esta fusión total, lo cual es improbable, según los especialistas, esta bola radiactiva podría traspasar la protección de hormigón y alcanzar las primeras capas de la tierra, contaminando los suelos.

Según Cárdenas,"el peor escenario ya está sucediendo, y sí es posible que se haya dado una fusión parcial del núcleo, cuyas fugas radiactivas son relativamente menores".

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