Las tropas estadounidenses desplazadas en Irak comienzan a hacer las maletas

  • El presidente de Estados Unidos Barack Obama prometió que sus soldados desplazados en Irak tras la invasión de 2003 se reducirían a la mitad para finales de verano para dejar que fuera el propio gobierno iraquí quien fuera tomando, poco a poco, las riendas del país. En la base Q-West, donde viven más de 8.000 soldados, se están preparando para la retirada. Pero antes de empaquetar sus enseres tienen que clasificar todo el material, desde cacharros de cocina, pasando por ordenadores hasta vehículos antiminas. Algunas cosas irán a la basura, otras se enviarán a otras bases en Irak y muchas pasarán a ser de los soldados desplegados en Afganistán.
Ben Gilbert | GlobalPost

(Base Operativa Avanzada de Qayyrarah Oeste, Irak).El “patio de consolidación” de la base Operativa Avanzada de Qayyrarah Oeste, más conocida como base Q-West, tiene el tamaño de un campo de fútbol y está rodeado de contenedores de acero apilados de dos en dos, con la pintura desteñida a causa del sol del desierto. Está previsto que la base cierre a lo largo de este verano y sea transferida al gobierno iraquí, como parte del plan de recorte de tropas de EEUU en el país, que pasará de 95.000 a 50.000 el 1 de septiembre.

El Ejército de EE UU ya ha traspasado a Irak docenas de bases operativas avanzadas desde que inició la retirada de sus tropas de las ciudades el pasado junio. A principios del año pasado el Gobierno iraquí asumió la responsabilidad de mantener la seguridad en la Zona Verde, lo que significaba que por primera vez desde la invasión de EEUU en 2003 las fuerzas de seguridad nacionales se hacían cargo de la protección del grueso de los edificios del Gobierno, ministerios y monumentos de Bagdad.

Todavía hay unas 200 bases, puestos de avanzadilla e instalaciones de seguridad estadounidenses en Irak, unas 300 menos que en el momento álgido de la presencia de EEUU en el país, a principios de 2008.

A medida que las bases en Irak se van cerrando se están construyendo otras nuevas en Afganistán, para lo que se utilizan muchos objetos y elementos que se transportan directamente desde un país a otro. De momento ya se han enviado vehículos y aviones desde Irak a Afganistán para dar apoyo a los 30.000 soldados estadounidenses más que llegarán a lo largo de esta primavera.

En preparación para el traspaso de Q-West a los iraquíes, todas las unidades militares de EEUU estacionadas en la base están limpiando estos días sus almacenes. Todo lo que no necesitan lo depositan en un gran patio central para que los de logística se hagan cargo de ello. Los patios llamados "de consolidación", como el de Q-West, son los lugares donde los soldados encargados de desmantelar las bases se enfrentan a los restos de siete años de guerra.

Una carretilla elevadora mueve cajas de cartón blancas llenas de teléfonos y máquinas de fax, ruedas, uniformes, antenas, conos anaranjados, redes de camuflaje, etc. “Estamos reuniendo todo aquí para así saber qué es lo que tenemos y poder sacar lo máximo posible antes de transferir la base”, dice el sargento Rob Stain, el oficial encargado de las relaciones públicas.Gran parte del material será transportado en camiones a Al Balad, una de las mayores bases de EEUU en Irak, donde se decidirá si se puede reutilizar en el propio Irak, si se envía a Afganistán o se devuelve a EEUU.

Q-West es una vieja base aérea con barracones militares de la época de Sadam Hussein. Los retratos del dictador han sido arrancados o borrados, pero en algunas partes aún se distinguen algunos restos. Un bigote da la pista del lugar donde había un retrato de Sadam en un edificio. En otro edificio el rótulo “Un buen soldado es un buen miembro del partido Baath” recuerda a los iraquíes que saben leer árabe quiénes eran los que ostentaban el poder en el país hace no tanto tiempo.

La base acoge en estos momentos a 8.000 soldados, que tienen a su disposición un enorme comedor para cientos de personas, con una zona sólo para los postres, televisiones y una cocina industrial que está atendida por docenas de paquistaníes e indios contratados exclusivamente para esta tarea.

Los soldados viven en barracones prefabricados, con aire acondicionado y camas, que se conocen familiarmente como los CHU (Containerized Housing Unit). Cada uno de ellos tiene acceso a internet (que suministra una compañía privada por más de 78 euros al mes), los soldados se pueden duchar con agua caliente y disponen de electricidad las 24 horas del día.

En la base también hay restaurantes de comida rápida como Pizza Hut y Subway, un gimnasio, un cine al aire libre, paseos, tiendas, e incluso un polvoriento campo de golf. La tienda del Postal Exchange tiene los últimos DVD, revistas, CD y cualquiera de los productos que se puede encontrar habitualmente en una tienda típica de occidente.

La teniente coronel Paula Lodi es la encargada de desmantelar y entregar la base al gobierno de Irak en otoño. “Q-West es esencialmente una pequeña ciudad”, dice Lodi mientras nos ofrece una visita guiada por la base, de 20 kilómetros cuadrados. Algunas de las instalaciones que se desmontarán totalmente antes del traspaso son el vertedero de munición, la depuradora de agua, los hangares de reparación de aviones y la torre de control aéreo. El gimnasio y el comedor se quedan.

“A no ser que alguien diga que hacen falta en otro lado, es probable que entren en la categoría de cosas que resulta más efectivo dejar aquí, en términos de coste”, dice. “El Departamento de Estado, el Departamento de Defensa... todos tienen acceso a la lista y deciden qué es lo que se necesita en otros lugares”.

Lodi asegura que el material “que rueda” como los Humvees y los vehículos resistentes a las minas, serán transportados a Kuwait junto a las unidades que vayan dejando la base. También se irán las armas y el equipo especializado como los radares, los aparatos de telecomunicación y los repuestos de vehículos. La clave en todo este proceso de cierre de la base es asegurarse de que no se produce interrupción alguna en el trabajo de las unidades de combate que operan en Q-West hasta el día que empaqueten sus cosas y se vayan.

“No nos estamos yendo a toda prisa ni en un estado de caos”, dice Lodi. “Tenemos un plan, y estamos cerrando esta misión de una manera organizada, con mucho honor y dignidad”.

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