Los arduos retos de Dioncounda Traoré, presidente interino de Mali

  • Tras dos largos meses de convalecencia en Francia, el presidente interino de Mali, Dioncounda Traoré, afronta la ardua tarea de sacar al país de la compleja crisis política y territorial en la que está sumido desde el golpe de Estado del pasado 22 de marzo.

Idrisa Diakité

Bamako, 31 jul.- Tras dos largos meses de convalecencia en Francia, el presidente interino de Mali, Dioncounda Traoré, afronta la ardua tarea de sacar al país de la compleja crisis política y territorial en la que está sumido desde el golpe de Estado del pasado 22 de marzo.

Para ello, está decidido a "restablecer el orden, orientando a los malienses hacia lo esencial", según sus propias palabras.

El primer reto de Traoré es la formación de un Gobierno de unidad nacional, tal y como exige la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), mediadora en la compleja crisis maliense y que en principio había fijado hoy como la fecha límite para la designación de un nuevo ejecutivo.

Para conseguirlo, este licenciado y doctor en Matemáticas deberá encontrar la ecuación que ponga de acuerdo a las cada vez más enfrentadas fuerzas políticas del país.

Desde la asonada militar que en marzo derrocó al presidente Amado Tumani Turé y que abrió la caja de pandora que desembocó en la división territorial y política del país, las agrupaciones se debaten entre el apoyo ciego y el rechazo total a los militares.

La conciliación política para avanzar en la transición hacia la restauración del orden constitucional es un reto que el presidente se ha planteado como prioritario, antes incluso de embarcarse en la "reconquista" de las tres provincias del norte del país, Kidal, Gao y Tombuctú, cuyo control escapa a las autoridades.

"Es el momento de la unión para reconquistar nuestra integridad. Mali será liberado de narcotraficantes y del terrorismo religioso y no volverá a ser una amenaza para sus vecinos", dijo el presidente el pasado domingo en un discurso dirigido a la nación.

El norte de Mali, un territorio de 850.000 kilómetros cuadrados, está controlado desde finales de junio por el grupo islámico radical Ansar al Din (Defensores de la religión), que derrotó a los independentistas tuareg del Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA).

Pero además, en esta región campan a sus anchas organizaciones terroristas como Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) o el Movimiento Monoteísmo y Yihad en África Occidental (MYAO), responsable del secuestro de dos cooperantes españoles y una italiana, liberados este mes, y de siete diplomáticos argelinos, cuatro de los cuales continúan en cautiverio.

"Es imposible deshacerse en unos meses de los criminales que se han implantado e insertado desde hace diez años. La guerra por la restauración de la integridad de Mali, con o sin la comunidad internacional, es inevitable", aseguró recientemente el primer ministro, Cheik Modibo Diarra.

Tras regresar de Francia, el presidente también ha tenido que renovar su confianza en el primer ministro, a quien la principal plataforma antigolpista -Frente para la salvaguarda de la Democracia y la República (FDR)- ha tachado de "inmovilista" e "incapaz".

Mientras tanto, los testimonios y denuncias de los habitantes del norte no cesan.

El rigorismo y la intransigencia de Ansar al Din, determinado a aplicar hasta las últimas consecuencias los castigos corporales recogidos en el Corán, ha trascendido las fronteras.

La destrucción de mausoleos en Tombuctú, considerados Patrimonio de la Humanidad; los latigazos a parejas no casadas o a jóvenes por beber alcohol o la lapidación de un hombre y una mujer el pasado fin de semana en Agueloc (Gao) acusados de adulterio son noticias que han impactado a los malienses y a la comunidad internacional.

A través de la mediación de la CEDEAO, las autoridades de Mali ya ha entablado contactos con los distintos grupos del norte del país para intentar encontrar una solución dialogada a la situación.

En principio, el MNLA, el principal partidario de la autodeterminación del norte, ha sido expulsado de las principales ciudades por Ansar al Din, que rechaza la independencia, pero aboga por una aplicación rigorista de la ley islámica.

Junto a las presiones de la CEDEAO y de parte de la comunidad internacional y a la división política y territorial del país, Traoré también tiene que hacer frente a la crisis económica que afronta Mali, agravada por las malas cosechas y la amenaza de hambruna generalizada en toda la región.

Unos retos hercúleos para los que el presidente interino presentó la noche del pasado domingo, en un discurso a la nación, un plan de ruta que incluye la creación de un Consejo Supremo de Estado, presidido por él y con un vicepresidente militar.

Además anunció la creación de una "Comisión Nacional de Negociación" para avanzar hacia la difícil reconciliación de las fuerzas políticas y sociales de un país, que analistas y líderes políticos han comenzado a comparar con Afganistán.

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