Los indios rarámuris de México sufren la peor sequía en siete décadas

  • Los indios rarámuris de México están sufriendo la peor sequía de los últimos 71 años, que ha dejado sin comida a los habitantes de la abrupta sierra Tarahumara y que pone en riesgo sus milenarias costumbres de vida.

Asela Viar

México, 24 ene.- Los indios rarámuris de México están sufriendo la peor sequía de los últimos 71 años, que ha dejado sin comida a los habitantes de la abrupta sierra Tarahumara y que pone en riesgo sus milenarias costumbres de vida.

"La situación es difícil", dijo a Efe Tomás Ruiz, integrante del Consejo Supremo Tarahumara. "Llevamos tres años con sequías y este año se agudizó; además, la helada hizo que ni siquiera pudiéramos cosechar", agregó el dirigente indígena.

Los rarámuris ("pies ligeros") o tarahumaras, una comunidad de unas 100.000 personas, habitan en caseríos dispersos de la sierra Tarahumara, en el estado mexicano norteño de Chihuahua. Les gusta vivir lejos de los centros urbanos, siempre en contacto directo con la naturaleza, uno de los pilares de su vida.

Al igual que el resto de las comunidades campesinas del norte de México, la sequía amenaza con dejar sin alimentos y ganado a los pobladores de la región, por lo que decidieron llegar hasta la capital mexicana para pedir soluciones urgentes a las autoridades.

Subidos a caballo, en tractores o a pie, campesinos de la zona e indios rarámuris recorren estos días la capital mexicana para exigir con pancartas en la mano más fondos con los que combatir los devastadores efectos de las condiciones climáticas.

"Lo que más nos urge es que nos llegue ayuda y asistencia para alimentar a nuestros niños y a nuestros adultos", explicó a Efe Gabino Gómez, líder del movimiento agrario El Barzón.

Junto a ellos, en camionetas y furgones, también llegaron cabras, vacas y otros animales de granja que fueron exhibidos como ejemplo de la hambruna por su extrema delgadez.

"En el lugar donde trabajo murió el 80 por ciento del ganado, porque no tenemos ni luz ni agua, lo poco que conseguimos lo traemos de un pozo cercano, como hace años", contaba con cierta desesperación Verónica Ríos, joven de Chihuahua.

Con la tez y las manos visiblemente curtidas, el rarámuri Ruiz explicó que la situación en la sierra es grave no solo por la falta de alimentos básicos, sino también por la ausencia de trabajo e infraestructuras.

"Hace falta maíz y comida de forma urgente, porque las despensas no alcanzan para todas las familias, pero además la gente no tiene empleo, ni asistencia", precisó.

Organizaciones como Amnistía Internacional (AI) alertaron de que la falta de precipitaciones y las heladas no son los únicos causantes de esta situación.

"Los pueblos indígenas en nuestro país han vivido situaciones de discriminación, exclusión y marginación de manera permanente a lo largo de la historia", afirmó el director de AI México, Alberto Herrera.

Por el momento, unos 100.000 paquetes con alimentos y cobijas, así como 33.827 millones de pesos (unos 2.500 millones de dólares), están comprometidos para hacer frente a la escasez y la carestía.

Además, una masiva respuesta ciudadana comenzó hace ocho días después de una denuncia sobre supuestos suicidios de rarámuris por la hambruna en la sierra Tarahumara, lo que fue desmentido por las autoridades.

En el Distrito Federal decenas de centros de acopio de alimentos se organizaron de forma espontánea a través de las redes sociales.

Uno de estos lugares es el recinto de la Universidad del Claustro de Sor Juana, en pleno centro histórico, donde desde el pasado domingo han recogido unas 60 toneladas de comida y ropa, según explicó a Efe la voluntaria Hilda Ruiz, mientras colaboraba con la colocación de las cajas en el camión que esta semana las llevará a las comunidades.

Ingeniera de sistemas de profesión, esta joven afirma que ha dedicado buena parte de su tiempo durante la última semana a colaborar en la recolección y almacenamiento de los donativos.

"La situación es crítica, están pasando hambre y todos somos mexicanos, así que tenemos un compromiso social con nuestros paisanos", reflexionó.

A pocos metros, junto al almacén donde se apilan las cajas, Mariana Taibo, otra voluntaria, precisó que habían sido muchos los que se habían acercado a depositar su donación.

"Ha llegado desde una señora con dos rollos de papel higiénico diciendo que era lo único que podía ofrecer, hasta un chico con más de 450 latas de comida para niños", relató.

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