Los intérpretes afganos de la OTAN y su incierto futuro

  • A medida que avanza la retirada de las tropas de la OTAN, miles de intérpretes afganos que trabajan para las fuerzas internacionales temen por sus vidas y empleos después de 2014 y se aferran a la posibilidad de salir de Afganistán.

Fawad Waziri

Kabul, 18 ago.- A medida que avanza la retirada de las tropas de la OTAN, miles de intérpretes afganos que trabajan para las fuerzas internacionales temen por sus vidas y empleos después de 2014 y se aferran a la posibilidad de salir de Afganistán.

La insurgencia talibán considera como traidores y espías a estos intérpretes y a muchos otros afganos que han servido a las tropas extranjeras durante la última década, por lo que su futuro se antoja complicado en el incierto escenario que le espera al país asiático.

Uno de ellos es Abdul Qahar, de 27 años y residente en Kabul, que desde hace nueve trabaja para las fuerzas estadounidenses en la base aérea de Bagram, cerca de la capital afgana.

"Creo que los afganos trabajaron para mejorar la vida de sus familias, hacer servicio a su comunidad, pero la imagen que se tiene de nosotros es diferente", dice a Efe Qahar.

"La situación está empeorando. Muchos de nosotros moriremos, seremos decapitados o recibiremos amenazas de los talibanes", lamenta.

A menudo, los intérpretes afganos se sitúan en primera línea de la guerra durante las operaciones militares, con el fin de dar información sobre el distrito o las aldeas de Afganistán para facilitar el cumplimiento de las misiones.

Si bien estas labores les reportan unos beneficios económicos que difícilmente conseguirían con otros trabajos, al mismo tiempo les colocan en el punto de mira de la insurgencia y hacen que este cuerpo de trabajadores sea pasto de frecuentes represalias.

"Los talibanes me han atacado varias veces. En una ocasión, en julio de 2010, me tuvieron cautivo durante ocho horas y cuando escapé recibí un disparo en mi pierna izquierda", relata Qahar.

Mientras muestra la herida que sufrió, el intérprete asegura que los rebeldes tratan "peor" a los trabajadores afganos que a los soldados extranjeros que capturan.

Desde 2011 el Ejército y Policía afganos han ido asumiendo gradualmente mayor responsabilidad en materia de seguridad en el país y el año que viene tendrán completo control.

Entretanto, el conflicto se halla en uno de sus momentos más sangrientos y muchos expertos creen que los talibanes suponen una seria amenaza a la estabilidad de Afganistán tras la salida de la OTAN.

Conscientes de ello, varias potencias extranjeras han prometido visados a miles de antiguos y actuales empleados afganos.

Una esperanza de futuro sobre el papel cuya traslación a la realidad no resulta tan sencilla.

Lo sabe bien un intérprete de 25 años de la sureña provincia de Helmand, que prefiere conservar el anonimato y que dice a Efe estar en peligro en su zona después de pedir un visado a EEUU en 2011.

"He perdido la esperanza de obtenerlo tras esperar casi dos años y ahora ni siquiera puedo regresar a mi aldea. Veo a mi familia una vez cada dos meses en Kabul, pues es más seguro que Helmand", cuenta la fuente.

El entrevistado era un profesor de inglés en su región natal, pero decidió unirse a las tropas estadounidenses animado por un jugoso salario, sin predecir "las fatales consecuencias" que ello le acarrearía.

Según Qahar, EEUU ordenó en 2009 que su Embajada en Kabul concediera anualmente 1.500 visados de inmigración hasta 2013 para ciudadanos afganos que hubieran trabajado para el Gobierno estadounidense en Afganistán.

Desde entonces se han registrado unas 5.000 solicitudes y solo un 12 % de los solicitantes han conseguido su documento.

"El retraso significa no solo semanas o meses, sino años. Esto es lo que nos toca a quienes hemos ayudado a EEUU arriesgando la vida sabiendo que nuestra familia podría ser asesinada en cualquier momento", critica Qahar.

El intérprete recuerda la "triste historia" de un colega afgano que estaba en las mismas misiones, Ghulam Sakhi Maqsudi, que falleció en un ataque suicida en el distrito de Saydabad de la provincia central de Wardak.

Según Qahar, Maqsudi "estaba esperando a que llegara su visado", algo que tardó más de un año por "estúpidas formalidades".

Algo similar le ocurrió a Masud Sarwari, que trabajaba como empleado en una oficina de relaciones públicas en Bagram y fue disparado mortalmente por insurgentes.

Esta semana miembros del Ejército británico se entrevistaron con el primer ministro de su país, David Cameron, para pedir que se acelere el proceso de emisión de visados para todos los intérpretes que sirvieron a las tropas del Reino Unido.

Las autoridades británicas ni siquiera tienen claro todavía a qué número de potenciales inmigrantes se enfrentan.

El Ministerio de Defensa calcula que actualmente 550 de las 1.100 personas que trabajan para Londres en Afganistán son intérpretes, pero desde la caída del régimen talibán a finales de 2001 serán probablemente "miles".

Miles de historias de miedo y desconfianza que se agarran a un clavo ardiendo.

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