Los padres están hartos de los deberes de sus hijos, pero les da miedo decirlo

    • El exceso de tareas escolares puede generar en los chicos síntomas parecidos al acoso escolar, como ansiedad, inseguridad y miedo a ir al colegio.
    • Muchos padres y madres, después de su jornada de trabajo, tienen que afrontar tareas escolares que sus hijos se ven incapaces de hacer solos.

     

“Mamá, tengo que hacer un trabajo sobre los medios de comunicación, y me ha tocado internet. ¿Me puedes ayudar?”. A María estas palabras de su hijo de 6 años le suenan como una sentencia condenatoria. Porque sabe que...: 

a)...su hijo no tiene capacidad de afrontar solo la tarea.

b)...habrá que usar internet, algo que su hijo no sabe ni puede ni debe hacerlo sin ayuda.

c)...tendrá que explicar muchas cosas que ella misma ignora.

d)...la tienda donde había realizado un encargo importante cierra a las 20 horas.

f)…su marido aún no ha llegado ni tiene hora fija de vuelta a casa.

g)...está cansada, muy cansada, porque acaba de llegar de trabajar después de ocho, nuevo o incluso más horas.

A una situación similar a esta se enfrentan miles de familias (especialmente las madres) con hijos en edad escolar. Y es un problema recurrente, sobre todo en época de evaluaciones donde los exámenes se juntan con trabajos que, ora por su complejidad, ora por su extensión, requieren un esfuerzo desmedido.

Tan desmedido que, según informan desde la Confederación Española de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA), provocan en algunos niños “síntomas parecidos al acoso escolar”, como miedo, angustia, depresión... Sobre todo en aquellos cuyos padres no pueden ayudarles, aunque lo deseen, porque no pueden, porque no disponen de tiempo o porque, simplemente, no saben cómo hacerlo.Miedo a hablar con el cole

Los deberes también provocan miedo, mucho miedo, entre los padres. Jesús Salido, presidente de CEAPA, cuenta que el canal de televisión Cuatro está interesado en hacer un ‘reality show’ sobre esta temática. Sabe que se trata de un problema social que cada vez preocupa más. Sin embargo, existiendo mucho interés entre los padres, pocos se atreven a denunciarlo públicamente con su nombre y apellidos.

“Tienen miedo de que perjudique académicamente a sus hijos, pues quedan señalados como los que no quieren trabajar fuera del colegio”, lo que hace que muchos padres y madres se echen hacia atrás. Pero anónimamente sí que protestan. Porque, sobre todo desde que se generalizó internet en las casas, los trabajos extraescolares se han convertido en el pan nuestro de cada día.

Quien dice un trabajo de internet dice también una maqueta del sistema solar, un paso de Semana Santa, un análisis de un cuadro de Murillo o un bizcocho. Sí, un bizcocho como trabajo de “manualidades”. En Navidad triunfa la clásica figurita del Belén, que muchas veces se convierte en una competición de virtuosismo de padres, más que en una oportunidad de ejercitar las habilidades manuales de los pequeños. “Mis hijos han ganado todos los premios de figuras de belenes de su colegio, a costa de tener a mi mujer modelando plastilina”, comenta un hastiado padre de familia numerosa.Hábitos de trabajo adecuados a la edad

Desde la Asociación Nacional de Profesores (ANPE) insisten en la importancia de los deberes extraescolares como forma de inculcar hábitos de trabajo. “Desde las primeras etapas conviene que se sometan a una rutina de trabajo, que tendrá que ser adecuada a cada edad”, explica Sonia García.

Ahora bien, ¿qué es lo adecuado a cada edad?

Según los profesores, en las etapas iniciales de Primaria debe rondar la media hora de trabajo extraescolar, que podrá ir aumentando conforme se eleve la dificultad en los últimos cursos. En secundaria debe elevarse entre una y dos horas. El objetivo es que los alumnos adquieran plena autonomía de trabajo antes de llegar a bachillerato y universidad, cuando las horas de estudio y trabajo fuera del aula suelen alargarse por encima de las tres horas.

Los profesores reconocen que a veces falla “la coordinación entre la carga de trabajo que se envían desde distintas asignaturas”, por lo que recomiendan que los centros acuerden asignar días específicos para trabajar cada materia, “y no más de dos o tres ejercicios”.

“Los deberes nunca deben tratar sobre material nuevo”, recuerda García. “Tiene que ser un refuerzo de lo que se ha impartido en la clase”.Ayuda que perjudica la educación

La ayuda de un padre puede resultar contraproducente. El trabajo de los alumnos debe ser personal. Conforme avanza el tiempo, el papel de los padres debe reducirse a controlar los tiempos de trabajo y asegurarse que el ambiente sea adecuado: nada de ruido, nada de móvil, nada de televisión y nada de distracciones.

El problema, apuntan desde CONCAPA, es que "muchos de esos trabajos son evaluables y cuentan para la nota final, con lo que los padres se sienten más presionados aún para ayudar a sus hijos". Ahora bien: "¿Qué objetividad tiene la evaluación de un trabajo que no se ha realizado con la supervisión de un profesor?", se pregunta esta asociación de padres. Es uno de los motivos por los que CONCAPA ha planteado una consulta legal ante el mismo ministerio de Educación. En su opinión, "el sistema educativo debería combatir las desigualdades, no contribuir a mantenerlas".

Pero no siempre se consigue. Y los efectos perduran hasta desembocar en la universidad. Un profesor de Ingeniería de Minas lanza esta amarga queja sobre sus alumnos de primer curso: “No es que ignoren conceptos matemáticos, es que en algunos casos ni siquiera entienden lo que se les pregunta. Si se plantea un problema con una carretera que baja por una pendiente con un desnivel 'x' por ciento, algunos no saben visualizar la situación porque no entienden lo que significa la palabra ‘desnivel’ en ese contexto”.

Desde luego, no se trata de un problema solo de los ingenieros. Según el último informe de la OCDE, España tiene 10 millones de adultos con baja comprensión lectora. Los españoles sabrán fabricar figuritas de belenes como nadie, pero no aprenden bien a entender lo que leen.

Sigue @martinalgarra//

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