La amenaza de deslaves obligó a los habitantes de Laprak, cerca del epicentro del temblor en el oeste de Nepal, a instalarse en un lugar situado a mil metros de altitud respecto a su aldea.
Rajani Gurung se refugió allí con su recién nacido y sus dos hijas. El sismo del 25 de abril mató a unas 9.000 personas y dejó en ruinas su casa.
Su refugio consiste en una chapa fina y lonas que no resguardan de la nieve. Un viento glacial se cuela por los intersticios y las gotas de agua helada empapan las sábanas y las mantas.
"La vida aquí es difícil debido al frío, pero no tenemos elección. No podemos volver a nuestra aldea", explica esta joven de 28 años.
La Autoridad de Reconstrucción de Nepal (NRA) no se creó hasta diciembre por culpa del anquilosamiento político, pese a las promesas de ayuda de miles de millones de dólares de la comunidad internacional.
Los supervivientes sólo han percibido 150 dólares de indemnización por hogar. El gobierno se compromete a entregarles 2.000 dólares más en cuanto la NRA desembolse los fondos. Esta autoridad está evaluando las zonas afectadas y prevé iniciar la reconstrucción de aquí a abril.
Pero los supervivientes de Laprak y de otros lugares aseguran que no pueden esperar.
Bis Bahadur Gurung, otro habitante, dice que muchos están dispuestos a comenzar un movimiento de protesta si el gobierno no reacciona rápidamente.
"Si el gobierno posterga de nuevo la ayuda para la reconstrucción de nuestras casas, estamos dispuestos a viajar a Katmandú y organizar una sentada delante de los responsables" políticos, afirma este hombre de 50 años.
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