Una maestra que metía alumnos en cubos de basura considera "injusta" la sentencia en su contra

  • A.G.R. ha admitido que introdujo (al menos dos veces) en una papelera a un niño de 3 años en el colegio San Agustín de Ceuta, por mal comportamiento, pero que formaba parte de una técnica pedagógica que ella denomina 'time out'.

    Un juez la ha condenado a un año y tres meses de cárcel por considerar que su conducta fue "injustificada, humillante,desproporcionada e innecesaria". Ella ha decidido apelar el fallo. 

El colegio San Agustín de Ceuta.
El colegio San Agustín de Ceuta.
Diego Caldentey
Diego Caldentey

Sus iniciales son A.G.R. Es docente y trabaja desde hace años en Educación Infantil en el colegio San Agustín de Ceuta. Aunque cueste creerlo, ella dice que utilizaba "de manera esporádica" una singular técnica pedagógica con sus alumnos que define como 'time out' (tiempo fuera). Esto, ha explicado ante un juez, consiste en retirar de su pupitre del aula a aquellos alumnos que cometen faltas disciplinarias o se comportan mal por un período determinado. Pero esta mujer no los enviaba a un rincón de la clase, ni al pasillo o la dirección del colegio. No. Ella los introducía en cubos de basura.

El Juzgado de lo Penal número 2 de Ceuta acaba de condenarla a un año y tres meses de prisión e inhabilitación especial para el ejercicio de la docencia en "cualquier centro de enseñanza, sea público o privado", tras estallar un caso que parece surrealista, aunque ocurrió en realidad. Hace dos años, esta docente decidió adoptar su curioso 'time out' contra un alumno de tan solo 3 años quien, según ella, "solía dar palizas a otros compañeros y se autolesionaba con frecuencia".

Entonces, lo metió en una papelera del aula (al menos) en dos ocasiones, ante la mirada de todos. Los padres del chico denunciaron y, tras meses de litigio, la Justicia ha fallado la pasada semana. Considera que la maestra ha cometido un "delito contra la integridad moral con agravante de abuso de superioridad contra el menor, con pleno convencimiento de que sus acciones afectan potencialmente al desarrollo integral y psicológico del niño".

Por otra parte, la sentencia indica que la mujer tiene prohibido aproximarse a menos de 100 metros del menor "en cualquier lugar donde se encuentre" en los próximos 24 meses. Además, deberá pagar parte de las costas y 2.000 euros en concepto de daños morales con el centro concertado y una aseguradora como responsables civiles subsidiarios.

A.G.R, no obstante, acaba de anunciar que apelará la medida porque la considera "muy injusta". El abogado de la defensa ha indicado que presentará en nombre de su patrocinada un recurso de apelación a la Sección VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta. Una vez el órgano se pronuncie, bien revocando o bien confirmando la sentencia dictada, y ésta sea firme, precisó, ella hará las declaraciones públicas oportunas.

Es decir, la maestra interpreta que jamás ha incurrido en lo que el juez considera como "un acto degradante y humillante, que claramente atenta al núcleo de la dignidad del niño”. En su opinión, su 'time out' está justificado. Algunas compañeras suyas en el colegio San Agustín sabían de estas prácticas. Ahora dicen estar perplejas, pero muchos se preguntan por qué no las denunciaron en su momento.

Es el caso de una docente que declaró como testigo en el juicio llevado a cabo el 27 y 28 de octubre pasado. Se trata de una profesora de apoyo que trabajó en el mismo aula que la condenada. "Había cosas que me chocaban, por ejemplo lo de la papelera... Metía al niño en el cubo de basura y eso no lo he visto en ningún otro centro. Lo metió a uno solo, lo he visto un par de veces hacerlo. […] El niño solo no podía entrar ni salir. Entonces permanecía unos cinco o seis minutos en el cubo. Ella (la acusada) lo sacaba cuando ella lo decidía y el resto de la clase veía", ha declarado.

Cabe destacar que la docente no ha negado estos hechos ante el Juez. Su estrategia pasa por reiterar que solo ha apelado a esta "técnica" en contadas ocasiones. Y refiere que el niño en cuestión es muy conflictivo. La madre del chico, en tanto, ha aceptado que la conducta de su hijo no era nada dócil. "Mi hijo es un trasto, mi hijo me imagino que pegaba. Pero nunca imaginé esos castigos”, ha afirmado.

El colegio San Agustín, por su parte, ha sido designado como responsable civil subsidiario del caso. Traducido, si la maestra no abona la indemnización se hará cargo de ella el centro educativo, según explicaron fuentes jurídicas al diario El Faro de Ceuta.

Es verdad que a A.G.R el 'asunto' podría haberle salido mucho más caro... El Ministerio Fiscal rebajó de tres a dos años la petición de pena de cárcel para la acusada, al eliminar la acusación de delito leve de lesiones. Para los denunciantes, con sus acciones la docente había llegado a causar lastimaduras físicas leves en el menor, aspecto que quedó descartado por el Juez.

Después de la declaración de más de una treintena de testigos (en su mayoría padres de alumnos del aula que dirigía A.G.R., responsables del centro, inspectores del Ministerio de Educación y psicólogos y peritos que se entrevistaron con los alumnos afectados) llegó el momento de la sentencia.

En la misma, el juez considera que en la vista oral quedó probado que la maestra “aprovechando su condición de profesora del primer curso de Educación Infantil durante el curso escolar 2014/15 procedió en dos ocasiones a introducir a uno de sus alumnos en una papelera del aula durante un periodo de unos cinco o seis minutos, sin posibilidad de salir por sí mismo. Esta conducta se realizó ante el resto de alumnos y con pleno convencimiento de que la misma afecta potencialmente al desarrollo integral y psicológico del citado menor”, detalla el magistrado.

Lo que si ha quedado desestimado es que la maestra incurriera en violencia física de manera habitual. Durante la vista oral ella ha admitido que "reñía o desplazaba a la pared" a los alumnos pero "nunca les daba cachetes en el culo ni tirones de oreja", como denuncian algunos padres. Tampoco ha quedado acreditado que la acusada obligase al resto de alumnos a proferir la expresión 'basura', 'sucio' o 'basurilla' para referirse al niño al que introducía en la papelera, como algunos testigos insinuaron.

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