Márkaris advierte sobre el riesgo de que el odio se instale en Europa

  • El escritor griego Petros Márkaris ha advertido hoy sobre el riesgo de que el odio se instale en Europa como resultado de las políticas de ajuste. "La crisis pasa, pero el odio queda", ha dicho el autor de la primera trilogía del género policial sobre la situación de Grecia.

Gijón, 6 jul.- El escritor griego Petros Márkaris ha advertido hoy sobre el riesgo de que el odio se instale en Europa como resultado de las políticas de ajuste. "La crisis pasa, pero el odio queda", ha dicho el autor de la primera trilogía del género policial sobre la situación de Grecia.

Márkaris ha asegurado en la Semana negra de Gijón, a la que asiste como invitado, que en los países más perjudicados por el ajuste, como Grecia, Italia, Portugal y España, "se está desarrollando un sentimiento de odio contra Alemania y los alemanes".

La gente empieza a creer que "todos los alemanes son nazis y que todos los griegos son corruptos y eso es un grave error", ha destacado, y a añadido que esta "es la primera crisis sin futuro porque no hay esperanza".

A su juicio, los intelectuales "tienen la obligación de decirle a la gente lo que esta pasando para devolverle la esperanza".

Con esa finalidad ha escrito la trilogía compuesta por "Con el agua al cuello", "Liquidador final" y "Pan, educación y libertad" y ahora prepara un epílogo, puesto que la crisis se prolonga pero le ha dejado "agotado" para continuar la saga.

Si en la primera novela de la serie el comisario Jaritos tuvo que desentrañar los asesinatos de banqueros y en la segunda los crímenes de empresarios que se beneficiaron de la corrupción, en la tercera los muertos son de la generación que resistió la dictadura de los coroneles.

El esquema narrativo de la trilogía se repite con un asesino en serie y un investigador que, contra viento y marea, no se queda en la superficialidad de los indicios y desvela el trasfondo social, político y económico que empuja al crimen.

"Pan, Educación y Libertad" era el lema de los estudiantes que a finales de los años sesenta y principios de los setenta resistieron la dictadura de los coroneles y hoy forman parte de la clase dirigente.

Márkaris sitúa la trama en una Grecia en bancarrota que ha abandonado el euro y ha regresado al dracma, con una España que ha vuelto a la peseta y con el comisario Jaritos pasando necesidades porque no le van a pagar durante tres meses.

El asesinato de un contratista de obras que había participado en la resistencia a la dictadura es la puntada inicial a partir de la cual el autor diseña un contexto social en el cual crece la solidaridad, pero también el auge de los movimientos neonazis.

Esta vez son los jóvenes parados los que le piden explicaciones a la generación de sus padres de los errores que han cometido, porque "alguien tiene que pedirlas", ha indicado.

Márkaris ha recordado que hace cuatro años era un escritor desconocido que fue invitado a la Semana Negra de Gijón a presentar la novela "Muerte en Estambul", que Tusquets había editado en español.

Hoy ha vuelto a Gijón como un autor consagrado aunque el trabajo de los últimos tres años le ha dejado "agotado", sin fuerzas para escribir más novelas sobre la crisis económica, según confiesa.

En la jornada de la Semana Negra participan hoy otros autores como Juan Bolea, Bruno Nievas, Laura Fernández, Javier Chiabrando y el parisino Abdel Hafed Benotman, quien se ha definido como un "un honorable ladrón apátrida" que escribe libros.

La historia de su vida se parece más a la de un personaje de novela negra que a la de quien las escribe, puesto que supo que había publicado su primer libro estando en prisión.

Benotman es un indocumentado con residencia ilegal en Francia que puede "ser detenido en cualquier momento" y que, aún en esas condiciones, publica libros y colabora con la industria cinematográfica.

Los derechos de autor los cobra a través de una asociación, pero sus ingresos "han bajado bastante comparados con los beneficios que obtenía cuando robaba bancos", ha recordado hoy el escritor, el cuarto hijo de una familia de padres argelinos que emigró a Francia en 1950 y entró en prisión por primera vez a los 16 años. EFE

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