Melilla, también al límite por la "inmigración" de menores marroquíes

  • A la presión migratoria de subsaharianos que intentan entrar por la valla y la entrada sirios que huyen de la guerra, Melilla suma otro problema derivado de su situación fronteriza, el de la llegada de menores marroquíes no acompañados, que ha sufrido un importante repunte en los últimos meses.

Noelia Ramos

Melilla, 20 ene.- A la presión migratoria de subsaharianos que intentan entrar por la valla y la entrada sirios que huyen de la guerra, Melilla suma otro problema derivado de su situación fronteriza, el de la llegada de menores marroquíes no acompañados, que ha sufrido un importante repunte en los últimos meses.

Si el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) está colapsado con casi 2.000 personas acogidas, casi cuatro veces su capacidad, el de la "Purísima", el homólogo para los que no han cumplido los 18 años y llegan sin compañía de alguno de sus progenitores, también se encuentra "al límite", con un total de 205 menores extranjeros acogidos.

Aunque existen otros centros de menores, el de la "Purísima" es la referencia que ayuda a medir cuál es la situación que vive la ciudad, ya que es de mayor capacidad y que alberga a un perfil determinado de menor.

Acoge fundamentalmente a adolescentes varones, de origen marroquí, que entran solos en Melilla por los puestos fronterizos, aprovechándose de la multitud que cruza a diario o de algún hueco que pueda haber por alguna de las verjas de los pasos.

Los módulos de este centro, que se ubica en un antiguo fuerte militar, están acondicionados para albergar a unos 160 menores, por lo que actualmente se encuentra muy por encima de su capacidad idónea.

La ocupación es "muy alta", según ha informado a los periodistas la consejera de Bienestar Social y Sanidad, María Antonia Garbín, quien ha reconocido que los incidentes ocurridos el pasado día 31 de diciembre han obligado a invertir en nuevas medidas de seguridad, incluido más personal.

En la tarde de ese día, nueve menores resultaron detenidos tras un "motín" que se organizó después de que la dirección del centro estableciera un horario que impedía la salida de los menores, muchos de los cuales no aceptaron la medida y protagonizaron unos incidentes que obligó a intervenir a la Guardia Civil.

La intención de estos menores, muchos de los cuales están próximos a cumplir la mayoría de edad, no es la de buscar la protección de la Administración melillense, que tiene las competencias en esta materia, sino que el objetivo de ellos es colarse como polizones en los buques que enlazan la ciudad con la península.

Para ello, se juegan la vida subiendo por los cabos de amarre de los buques e, incluso, ocultándose en camiones que transportan chatarra, una situación que ha llevado a que alguno de ellos haya tenido que ser rescatado por los Bomberos.

A los menores no se les puede exigir que se queden el centro y muchos, incluso, saltan sus muros para salir al exterior, deambulando luego por las calles, durmiendo luego en las escolleras del puerto esperando la oportunidad para subir a los barcos.

La semana pasada, tras la entrada de 15 menores marroquíes por uno de los puestos fronterizos, el delegado del Gobierno se quejó de que, dada la normativa actual, es "imposible mantener una actitud disciplinaria con ellos".

"A nuestros hijos les podemos decir que a partir de las diez de la noche estén en casa, pero a estos niños no", dijo entonces el delegado.

Para el Gobierno melillense, según ha explicado Garbín, la solución "definitiva" a esta inmigración infantil pasa por la aplicación de un tratado de retorno de estos menores, firmado entre España y Marruecos, vigente desde el año 2013 tras su publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE).

Sólo de esta manera, en opinión de la consejera, puede ponerse fin al "efecto llamada" que se está produciendo entre los propios menores, que se comunican, vía internet, con algunos de sus compatriotas que se encuentran en territorio marroquí.

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