México restituye a Perú un fardo funerario prehispánico

  • El cráneo, las tibias y una mandíbula fragmentada de un indígena de la civilización chiribaya, que habitó en Perú entre los años 900 y 1300 de nuestra era, fueron devueltos por el gobierno mexicano al peruano, informó el viernes el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Los restos óseos forman parte de un fardo funerario que fue depositado en la delegación del INAH en Morelos (centro) por una persona que quería saber cuál era la historia que había detrás de las piezas y que, tras conocer los resultados antropológicos, decidió entregarlos al INAH.

"Gestos de generosidad como éste, en el que se restituye a los peruanos parte de su patrimonio, demuestran que la cultura es la vía más rápida y directa para reconocernos como pueblos hermanos", dijo Javier León Olavarría, embajador peruano en territorio mexicano, durante la ceremonia de entrega de las piezas antropológicas celebrada en Cuernavaca, capital de Morelos.

Las piezas, recibidas a principios de año, fueron analizadas por el antropólogo físico, Juan Alberto Román, quien pudo determinar que "los restos óseos: un cráneo con deformación oblicua, un par de tibias y una mandíbula fragmentada, pertenecen a un mismo individuo masculino adulto", añadió el INAH.

"El textil y tres piezas cerámicas que completan el lote (restituido a Perú) debieron de conformar parte de la ofrenda dispuesta al personaje", indicó el INAH.

Las piezas proceden de la ciudad de Ilo, capital de Moquegua (sur), y datan del periodo Intermedio Tardío (900-1300), de acuerdo con la cronología prehispánica del Perú.

Se trata de "una etapa en que florecieron varios señoríos tras el decaimiento de la cultura wari, situación que cambió hacia el año 1300, cuando algunos de estos reinos, entre ellos de la civilización chiribaya, fueron conquistados por el Imperio inca", narró el INAH.

El área de influencia de la cultura chiribaya fue extensa: abarcó las regiones de Moquegua y Tacna, en Perú, y una pequeña porción del norte del actual territorio chileno.

En sus rituales funerarios, "el cuerpo del difunto se preparaba para ser embalsamado, se le disponían telares y era depositado en un foso. A su vez, se le colocaban ofrendas a los costados para su viaje al otro mundo".

Para esa cultura andina "no existía el concepto de muerte, ésta era un rito de pasaje, por eso se le ponía lo necesario para el camino. Las personas seguían vivas, se fusionaban con la naturaleza, la Pachamama, la 'Madre Tierra'", apuntó el INAH.

En el fardo funerario también hay una olla con decoración policroma que debió de ser "contenedor de bebidas como la chicha, (así como) un vaso y un cántaro miniatura con vertedera", detalló.

El INAH no reveló la identidad del donante de las piezas ni cómo obtuvo las mismas.

jg/lb

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