La marcha, que se organiza cada año, reunió a unas 8.000 personas en la capital alemana, según cifras de la policía, citadas por la agencia de prensa alemana dpa.
Manifestantes de todas las edades, que recibieron el apoyo de varios miembros del partido ecologista, de oposición, desfilaron en un ambiente festivo, cargando porros gigantes hechos de papel maché o con hojas de cannabis dibujadas en el rostro.
En esta ciudad que atrae a muchos turistas jóvenes en busca de juerga, la alcaldesa del barrio alternativo de Kreuzberg, la ecologista Monika Herrmann, defiende desde hace meses un proyecto de "coffee shop" en donde estaría autorizado fumar cannabis, pero de forma regulada.
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