Multitudes saludan al papa Francisco en las calles de Washington

  • Multitudes emocionadas ovacionaron este miércoles al papa Francisco en las calles de Washington a medida que avanzaba en un papamóvil descubierto, desde la Casa Blanca temprano y hacia una misa en la tarde, en el primer día de su visita a Estados Unidos.

En todo momento, el pontífice argentino de 78 años saludaba y bendecía a los grupos hacinados a la vera de sus recorridos, donde podían verse retratos del Papa, banderas del Vaticano y un incontable número de teléfonos celulares tomando fotografías.

"Es increíble estar aquí", dijo emocionada Millie Lober, de 78 años, quien viajó centenas de kilómetros desde Illinois (centro) para acompañar de cerca a Francisco en esta primera visita del papa argentino a Estados Unidos.

"Es un líder que el mundo precisa en la actualidad. Y lo precisa desesperadamente. Está llamando la atención a la forma en que deberíamos estar viviendo nuestra fe católica con todos, no importa de que fe sean", comentó.

El ambiente festivo se sumó al tiempo prácticamente perfecto en la capital estadounidense, con un cielo casi sin nubes pero con una brisa fresca.

La absoluta mayoría de los fieles se apostó en los lugares más apropiados desde las primeras horas de la mañana, e incluso en algunas calles era posible ver personas que habían pasado la noche en el lugar con sacos de dormir.

En la multitud no faltaban los mercaderes de ocasión, que vendían camisetas con la foto del papa, gorros, llaveros, bolsos, afiches, cuadernillos y un sinfín de otras cosas.

Tras una ceremonia ante más de 10.000 personas en la Casa Blanca y una reunión en privado con el presidente Barack Obama, Francisco inició un breve recorrido por las calles aledañas.

El Papa iba al frente del papamóvil, un Jeep Wrangler blanco fabricado por la italoestadounidense Fiat Chrysler. Con el techo transparente y aberturas laterales, el vehículo era idóneo para este papa dado a romper protocolos.

A medida que la caravana avanzaba por el trayecto predeterminado, las multitudes ponían a prueba las barreras metálicas y los cordones policiales para aproximarse al pontífice.

En varias oportunidades, Francisco pedía a los agentes de seguridad que le aproximaran a niños para bendecirlos. Sofía Cruz, de cinco años, que estaba siendo retirada de la calle por agentes, fue llevada al papamóvil y se estrechó en un largo abrazo con el papa.

Y le entregó al pontífice una carta pidiéndole que interceda por sus padres, inmigrantes indocumentados originarios de México.

Christine Kadambi, de 34 años, trajo a un hijo de cuatro años para acompañar el paso del papa, y admitió que estaba impresionada al verificar que el pontífice podría ejercer influencia en el debate político actual en Estados Unidos.

"Me gusta este papa", comentó, para hacer referencia al apoyo que Francisco dio a la reaproximación entre Cuba y Estados Unidos. "Es uno de los pocos que puede convencer a este gobierno a hacer algo. Entonces me gusta".

Tras encontrar nuevamente a las multitudes antes de una reunión con los obispos estadounidenses y descansar un par de horas, Francisco llegó a la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción, el mayor templo católico del país, donde ofició una misa de canonización de Junípero Serra.

Y como en las escenas anteriores, la multitud enloqueció.

El papamóvil -seguido por varios autos de la policía y hasta por una ambulancia- ingresó sorpresivamente al enorme jardín al frente de la basílica, y dio varias vueltas por el entorno para poder saludar a la multitud reunida, estimada en 25.000 fieles.

"Francisco es un papa especial. Verlo aquí, sonriendo y saludando, es increíble", dijo Marsha Elliott, de 62 años, una católica vestida de blanco y amarillo (los colores del Vaticano) que esperó pacientemente, durante horas, para escuchar la homilía en la Basílica.

Elliott dijo que no entendía español, idioma en que se celebró la misa y la homilía, pero añadió que "Francis habla a nuestro corazón".

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