Shanghái invertirá 1.210 millones de euros en combatir su grave contaminación

  • La ciudad china de Shanghái (este), la capital económica y comercial de China y la punta de lanza de su desarrollo, con 23 millones de habitantes, invertirá unos 10.300 millones de yuanes en combatir sus graves problemas de contaminación (1.210 millones de euros, 1.630 millones de dólares).

Shanghái (China), 29 feb.- La ciudad china de Shanghái (este), la capital económica y comercial de China y la punta de lanza de su desarrollo, con 23 millones de habitantes, invertirá unos 10.300 millones de yuanes en combatir sus graves problemas de contaminación (1.210 millones de euros, 1.630 millones de dólares).

Según recoge hoy la agencia oficial Xinhua, esto supone un aumento de un 40 por ciento sobre el presupuesto combinado de los últimos tres años para afrontar el problema, anunció la Oficina de Protección Medioambiental de Shanghái.

La contaminación se ha convertido en una de las preocupaciones y fuentes de descontento y crítica social más acusadas de los últimos meses en las grandes ciudades del país, donde cada vez se habla más abiertamente del problema, incluso en los medios oficiales.

Según el Ministerio de Protección Medioambiental chino, el 40 por ciento de las 113 ciudades más grandes de China, cada una de ellas con millones de habitantes, sufre niveles de contaminación superiores incluso a los laxos límites oficiales que marcan las leyes medioambientales del gigante asiático.

En Shanghái muy a menudo una espesa neblina envuelve los más de 15.000 rascacielos de la ciudad, cuyos habitantes sufren con frecuencia tos seca, irritación de ojos, dificultades para respirar y fatiga, aunque están habituados a pasar períodos de fuerte contaminación.

En la actualidad China sólo contempla en sus lecturas de polución las partículas de tipo PM10 (de entre 10 y 2,5 micras de diámetro) y deja fuera de sus mediciones a elementos más pequeños que pueden ser muy peligrosos para la salud, de tamaño PM2,5 (con un diámetro menor a 2,5 micras).

Con ese tamaño, unas 30 veces menor que el diámetro de un cabello humano, las partículas pueden alojarse en las profundidades de los pulmones e incluso entrar en el flujo sanguíneo, lo que a largo plazo puede causar un grave deterioro de la salud e incluso la muerte de los afectados.

Aun usando sistemas de medición anticuados (para PM10), en mayo de 2011 Shanghái registró los índices de contaminación más altos de toda su historia, con varios días por encima del máximo de 500 puntos en la imperfecta escala china.

Las autoridades han empezado a reaccionar, y a partir de junio Shanghái se convertirá en la primera ciudad del país que medirá también las partículas PM2,5.

A eso se añadirá que las autoridades invertirán en ayudar a las centrales térmicas a recortar sus emisiones contaminantes y a sustituir sus chimeneas por otras fuentes de generación de energía más limpias.

Además se invertirá en aplicar en las carreteras estándares de emisiones equivalentes al europeo Euro V para 2014, lo que se supone que sacará de las calles a más de 60.000 vehículos altamente contaminantes.

La obligación formal de cumplir con los estándares de emisiones China V, equivalentes a los europeos Euro V, reduciría la cantidad de dióxidos sulfurosos que liberan los vehículos en cerca de un 80 por ciento en comparación con los estándares China IV, que se imponen, teóricamente, en la actualidad.

Sin embargo, aunque oficialmente Shanghái, Pekín y Cantón imponen estos estándares similares al Euro IV desde 2008, en la práctica el 74 por ciento de la contaminación local viene de los 280.000 vehículos (el 17 por ciento del total de la ciudad) que ni siquiera cumplen los China I para gasolina ni los China III para queroseno.

De cifras proporcionadas recientemente por la propia prensa oficial se deduce que los vehículos que no cumplirán la normativa china para 2014 rondarán todavía los 220.000.

Las autoridades shanghainesas anunciaron también que el 25 por ciento de las partículas PM2,5 de la ciudad, que acoge el mayor puerto del mundo, proviene de los motores de vehículos terrestres y barcos.

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