Suárez. El congreso, preparado para abrir la capilla ardiente mañana, si así lo decide la familia


El Congreso de los Diputados está preparado para abrir mañana la capilla ardiente del ex presidente de Gobierno Adolfo Suárez en el Salón de Pasos Perdidos, si así lo decide su familia.

Los servicios técnicos de la Cámara Baja estaban alerta desde el pasado viernes, cuando la familia anunció que el fallecimiento era “inminente”, por si fuera necesario instalar la capilla ardiente.
De hecho, ayer mismo se celebró una reunión de los jefes de departamento y miembros del equipo técnico para organizar todos los preparativos, y se retiró parte del mobiliario de la estancia donde se instalaría el velatorio.
Aunque aún no se conoce la intención de la familia en relación a la celebración de las exequias por Adolfo Suárez, el Congreso prevé la apertura de la capilla ardiente mañana y por un período de 24 horas.
Esta sería la tercera vez que el Congreso de los Diputados acoge una capilla ardiente en la historia de la democracia. El protocolo de este tipo de actos establece que tras el velatorio privado para la familia y amigos, el cuerpo sea trasladado al Congreso, donde quedará instalado en el Salón de Pasos Perdidos.
Posteriormente, se celebraría un funeral de Estado reservado a los expresidentes de Gobierno.
Por la capilla ardiente pasarían las principales autoridades del Estado, encabezadas por los Reyes, el presidente del Gobierno y los presidentes del Congreso y del Senado. Así ocurrió cuando falleció el expresidente del Gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo.
La capilla ardiente de Gabriel Cisneros fue la primera en la historia de la democracia que se instaló en la Cámara Baja. Aquel 27 de julio de 2007, los restos mortales de este padre de la Carta Magna fueron instalados en el vestíbulo de Isabel II de la Cámara Baja. Un año más tarde, el 4 de mayo de 2008, se instaló la capilla ardiente de Calvo-Sotelo, esta vez en el Salón de Pasos Perdidos.
No ocurrió así cuando fallecieron los también padres de la Constitución Manuel Fraga, Gregorio Peces-Barba y Jordi Solé Tura, y también el ex presidente de la Cámara Baja Félix Pons, pues así lo decidieron sus familiares, que declinaron el ofrecimiento para instalar allí la capilla ardiente.

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