Tener un cerebro grande podría ser una desventaja, afirma el profesor Eric Abelson, del departamento de biología de la Universidad de Stanford, Estados Unidos.
Este investigador calculó la talla del cerebro de 1.679 animales (de 160 especies diferentes) y comparó estas medidas con los datos de la Unión internacional para la conservación de la naturaleza, que evalúa el riesgo de extinción de miles de especies y subespecies.
Así, puso en evidencia una correlación entre el cociente de encefalización (que mide la talla del cerebro en relación al resto del cuerpo) y el riesgo de extinción.
Esta correlación es aún más grande en los animales pequeños, afirma.
En efecto, mantener un cerebro grande tiene un coste metabólico significativo. Implica un consumo de energía más importante sin que, al parecer, esto implique mayores capacidades de adaptación.
Y para Eric Abelson, los costes de un fuerte cociente de encefalización superan las ventajas en las especies pequeñas.
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