Un obispo español "reflexiona" tras dejar Ecuador envuelto en polémica

  • El obispo español Gonzalo López Marañón "reflexiona" desde hace algo más de un mes en Ávila (centro de España), un año y un mes después de verse envuelto en la polémica y de tener que abandonar la provincia amazónica de Sucumbíos (Ecuador), donde ejerció su ministerio cuatro décadas.

Antonio García

Ávila (España), 20 nov.- El obispo español Gonzalo López Marañón "reflexiona" desde hace algo más de un mes en Ávila (centro de España), un año y un mes después de verse envuelto en la polémica y de tener que abandonar la provincia amazónica de Sucumbíos (Ecuador), donde ejerció su ministerio cuatro décadas.

Este carmelita de los pies descalzos llegó a esta ciudad española el pasado 15 de octubre, festividad de Santa Teresa de Jesús, patrona de la localidad, para instalarse en el Centro Internacional Teresiano-Sanjuanista (CITeS) o Universidad de la Mística.

Este ha sido el lugar elegido por López Marañón (Medina de Pomar, Burgos, norte, 1933) para "reflexionar" sobre su futuro, mientras asiste como oyente con cerca de cuarenta alumnos de veinte nacionalidades al curso "Mística y Ciencias Humanas".

En este ambiente pasará los próximos meses hasta que en junio finalice este seminario, durante el que decidirá cuál será su futuro a los 78 años, ya que después de "cuarenta de vida misionera en la Amazonía", necesita "un tiempo nuevo, que no vacío", precisa en una entrevista con Efe.

Y ello tras verse envuelto en una polémica disputa que dividió a los católicos de aquella provincia ecuatoriana, situada muy cerca de la frontera de Colombia, a raíz de su sustitución por Rafael Ibarguren, de los heraldos del Evangelio, designado por el Vaticano.

La visión más jerárquica de la Iglesia por parte de esta congregación contrastaba con la idea de los carmelitas, que apostaron durante las últimas cuatro décadas por unas estructuras "más participativas, en lugar de una Iglesia tan institucional o parroquial", en las que primaran las "comunidades eclesiales".

Así lo explica Gonzalo López Marañón, que apunta como de esta manera se limitó a impulsar las "comunidades eclesiales de base", generalmente integradas por "gente pobre", tal y como a su juicio se decidió en el Concilio Vaticano II y posteriormente en la primera conferencia de obispos celebrada en Medellín (Colombia).

"Nuestra decisión fue entrar a ese trabajo de Iglesia", recuerda el obispo, quien señala que cuando llegó en 1970 a San Miguel de Sucumbíos, "no había ninguna comunidad de ese estilo", y cuando ha tenido que salir "toda la selva está plagada" de ellas.

En este sentido, resume su sentimiento al respecto: "Cuando he salido, esa es mi alegría, mi corona y mi cruz".

Al respecto, dice entender que su marcha obligada de aquella región se produjo por "cumplir con lo que la Iglesia había decidido" en el Concilio Vaticano II, si bien añade: "Cuando la Iglesia toma decisiones tan valientes está muy bien para las películas, pero muy mal para la vida".

Tal y como este carmelita con acento ecuatoriano ve las cosas, "si esta Iglesia es una Iglesia de comunidades y de laicos, la parte clerical, la parte de arriba, se pone un poquito preocupada y hasta piensa que les están anulando a ellos, y no es verdad".

Es más, sostiene que en el momento en el que "aparecen el hombre y la mujer nuevos y liberados en Jesucristo, el mundo tiembla y en la parte que le toca, la Iglesia también tiembla".

López Marañón entiende que en este contexto se produjo su relevo, aunque la movilización de sus feligreses obligó al Vaticano a designar a un vicario de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, monseñor Ángel Polibio, con el que según el obispo burgalés "la cosa" tampoco parece "estar tranquila", ya que "la presión desde arriba es muy grande".

En un símil con los padres cuyos descendientes se independizan, se muestra orgulloso de que sus "hijos" de Ecuador hayan sabido "hacer frente a algo que les estaba despojando de lo que les había dado la vida" y "no se han dejado humillar", porque a su juicio, y como dicen en Ecuador, "ser cristiano no es ser pendejo".

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