La decisión de prohibir la circulación de vehículos de peso pesado por el centro de la ciudad alemana de Oranienburg, donde aún se conserva para la memoria el campo de concentración de Sachsenhausen, se basa en un nuevo peritaje que señala que hay bajo las calles de esta ciudad que linda con el norte de Berlín más de 320 bombas pesadas de hasta 500 y 1.000 kilos de peso, lanzadas por los bombarderos aliados hace más de 65 años y que nunca llegaron a explotar, informa hoy el rotativo "Berliner Zeitung".
Como uno de los centros principales de la industria armamentística de la Alemania nazi, Oranienburg fue objeto de bombardeos aliados sistemáticos durante la II Guerra Mundial y, desde entonces, prácticamente cada semana es desactivado un artefacto de los que duermen en su subsuelo.
Un peritaje del profesor Wolfgang Spyra, de la Universidad Técnica de Cottbus, subraya que la ciudad fue bombardeada, entre otras, con unas 5.000 bombas pesadas con detonadores químicos, de las que varios centenares no explotaron, se hundieron en la tierra y amenazan ahora con detonar inesperadamente.
Ese tipo de detonadores cuenta con una simple membrana de celulosa que separa sus componentes químicos, pero que, con el paso del tiempo, se descompone y puede activarse, a veces por la simple vibración que provocan los vehículos sobre las calles de la ciudad.
Las autoridades locales han decidido por ello suspender desde el 15 de agosto la circulación de vehículos pesados por el centro de la ciudad y el entorno de su estación central, lo que obligará a alterar la ruta de cuatro líneas de autobuses urbanos.
Los responsables de la ciudad esperan limpiar de bombas durante los próximos tres años 18 terrenos y parcelas, así como las calles adyacentes, aunque se calcula que son más de 2.600 los solares de la localidad en los que pueden encontrarse artefactos durmientes.
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