Volcán: 1; avión comercial: 0

  • El caos aéreo ha puesto en evidencia la dependencia de Europa de un medio de transporte poco sostenible.
El volcán islandés produce menos ceniza y una nube más baja
El volcán islandés produce menos ceniza y una nube más baja
Sara Acosta

Las pérdidas millonarias de las compañías aéreas por la erupción del Eyjafjalla ha puesto en evidencia la apuesta europea a todo o nada por la aviación comercial. El colapso en el aire se ha trasladado al bloqueo en tierra. Ni coches ni trenes han sido eficaces para recuperar a los viajeros varados por el exceso de demanda y el consiguiente aumento de precios. No pocos viajeros han llegado a pagar hasta 2.000 euros para atravesar dos países, vecinos.

El propio sector sabe que debe replantearse su negocio. El paulatino auge del tren de alta velocidad en Europa, que cuenta con un proyecto para unir las líneas de Francia, Bélgica, Holanda y Alemania, y que ampliará esta red en un futuro no tan lejano, amenaza el monopolio del avión para distancias cortas. La compañía Air France dejó de operar la línea París-Bruselas en 2008, que ha copado el tren de alta velocidad Thalys. Otras como Alitalia, ya venden billetes mixtos de tren y avión para llegar a Florencia vía Roma.

"La industria aérea empezó a replantearse su modelo de negocio después del 11-S y la incursión de las compañías de bajo coste. La tendencia será ir hacia compañías más grandes, servicios especializados y muchas medidas para mitigar el impacto ambiental", explica el profesor Arturo de Benito, catedrático de transporte aéreo de la Escuela de Aeronáuticos de la Universidad Politécnica de Madrid.

El impacto ambiental ya es el siguiente gran caballo de batalla del sector. La normativa europea incluirá la aviación comercial en el mercado europeo de derechos de emisión a partir de 2012. El texto ya está aprobado y en curso de trasposición a las diferentes legislaciones nacionales del club europeo. La Comisión Europea está realizando el cómputo de emisiones entre los años 2004, 2005 y 2006.

A partir de ahí, se asignarán los derechos correspondientes, partiendo de un 80% gratuito y un 20% de pago. La medida "supondrá un fuerte varapalo económico para el sector", explica César Velarde, jefe de proyecto del Observatorio de Sostenibilidad en Aviación (OBSA). Este organismo estima que esta regulación ambiental costará a la aviación comercial entre 600 y 900 millones de euros entre 2012 y 2020.

A largo plazo, y pese a las medidas de reducción de emisiones que las compañías ya están poniendo en marcha, como la petición de un cielo único europeo, avances tecnológicos para obtener aviones más ligeros o la apuesta por los biocombustibles, el tren tiene muchas posibilidades de hacerse con la corta distancia en Europa.

La imagen de la reunión de los ministros de Transportes de la UE por videoconferencia tras haber perdido sus respectivos vuelos fue un curioso guiño al cambio de modelo.

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