Los de Joaquín Puerto llegaban a finalizar el campeonato con la confianza de enfrentarse a la misma selección con la que debutaron y a la que vencieron. Pero en esta ocasión el resultado final fue diferente y el oro se lo colgó Serbia tras un tramo final a la desesperada, a remolque y sin acierto.
Aprendiendo de ese primer encuentro en el que Serbia arrasó a España en el comienzo del partido, el combinado nacional saltó al parqué con gran concentración y dominando gracias a un magnífico trabajo en defensa y a un ataque con mayor influencia en el juego interior con el que se marcharon al descanso con un parcial de 29-28.
Tras la vuelta del vestuario el serbio Miskovic comandó la reacción de su selección a base de enchufar triples y de robos y contraataques, anulando el ritmo español y consiguiendo un parcial de más 9 a falta de los últimos 10 minutos de la final.
España disputó el último cuarto con la intención de conseguir otra remontada más en el europeo pero esta vez salió a la desesperada y la sucesión de pérdidas de balón, lanzamientos al aro precipitados, poco movimiento de balón y una presión muy alta poco controlada, aumentó la diferencia de Serbia.
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