¿A qué juegan los políticos?

¿Alguien se ha parado a pensar que hacen los políticos en su tiempo libre? Pues en la mayoría de los casos no se sabe. Como la mayoría de la gente, reservan su vida privada e íntima para sí mismos. Sin embargo, varias figuras públicas han mostrado en los últimos años su afición por practicar deporte durante las horas en que dejan el trabajo de lado. Barack Obama, Jose María Aznar, Vladimir Putin, Elena Salgado, Juan José Ibarretxe o Esperanza Aguirre son unos habituales de la práctica deportiva.

El presidente de los Estados Unidos es un gran fan de los Chicago Bulls, franquicia de la NBA de su ciudad natal. El baloncesto es el deporte favorito del presidente del país más poderoso del mundo y, de hecho, lo practicó durante su época en la universidad. Una vez que llegó al despacho oval, su agenda se llenó de obligaciones, algo que no le ha impedido disfrutar de vez en cuando del deporte de la canasta, organizando varios amistosos con amigos, compañeros y estrellas de la NBA.

El último acercamiento de Obama a las canchas de baloncesto se ha producido esta misma semana: el presidente jugó durante unos minutos con unos niños. Eso sí, se nota que ha perdido su toque de muñeca: sólo pudo anotar dos tiros de los veintidós que intentó.

Putin, un fiel reflejo de la dureza rusa

En el otro lado del mundo, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, también ha mostrado su lado más deportivo. Eso sí, hay sutiles diferencias entre las naturales y relajadas apariciones de Obama en las pistas de baloncesto y las forzadas y casi salvajes imágenes que ha dejado Putin para la posteridad.

Hace ya cuatro años, Putin organizó una pequeña escapada a la montaña, en la que estuvo rodeado de su cuerpo de seguridad y de unos cuantos fotógrafos. El presidente se dejó retratar montando a caballo, pescando o paseando con un cuchillo de caza en el bolsillo, en todos los casos con el torso al aire libre. El objetivo no era otro que mandar un mensaje al pueblo: pese a todo lo que han tenido que sufrir los rusos, siempre han sido fuertes y han salido adelante.

Pero además de aquellas peculiares imágenes, es público el interés de Putin por otros deportes como el kárate (en el que es cinturón negro), boxeo y demás deportes de contacto donde, de nuevo, el carácter estoico de los rusos pueda quedar patente.

En España todo es más relajado

Si cruzamos la frontera española, observamos que el deporte sigue siendo bastante habitual entre los políticos, aunque con un carácter mucho más relajado. Quizá el caso más conocido sea el del expresidente del gobierno José María Aznar. 'Il macho', como lo describía el diario italiano Corriere della Sera', contrató un entrenador particular desde que se instaló en la Moncloa. Junto a él trotaba todas las mañanas alrededor de la casa presidencial, jugaba al pádel y hacía todo tipo de ejercicios. Para la posteridad quedará la imagen de Aznar, cuando ya estaba retirado de la esfera pública, haciendo abdominales sin parar.

Su mujer, Ana Botella, actual alcaldesa de Madrid, se decanta por el golf. De hecho, estos días está saliendo a la luz que tanto ella como su marido pudieron haber recibido clases gratis en el Club Campo de Villa de Madrid por un valor total de 12.000 euros.

Otra que era bastante asidua de los hierros y las maderas era Esperanza Aguirre. La expresidenta de la Comunidad de Madrid era una mujer 'todoterreno', allá donde iba y había deporte, allá que iba a practicarlo. Lo mismo se le veía corriendo contra niños sobre el tartán de una pista nueva que cogiendo una pala y jugando unas bolas en una pista de pádel.

Otra mujer dedicada a la política y con el deporte como afición es Elena Salgado. La otrora ministra de Economía y Hacienda del segundo gobierno de Zapatero era una apasionada del yoga, que practicaba una vez por semana, actividad que complementaba con largos paseos por el campo.

El deporte como márketing

Habrá quien crea que todas estas apariciones públicas de los políticos haciendo deporte, como si fueran una persona corriente, de la calle, no son más que otra de las actuaciones que llevan a cabo para seguir generando confianza a los votantes.

Y lo cierto es que quien piense así tiene parte de razón. Cada actividad de cara a los medios de cada personaje público está milimétricamente medida por sus asesores de imagen y su gabinete. Quizá en los casos de arriba, el interés de los políticos por el deporte era real. Sin embargo, hay muchos casos en los que parece que se ha recomendado al político hacer deporte para ganar más puntos con la gente.

En España el caso más claro es el del exlehendakari Juan José Ibarretxe. Es posible que su afición por el ciclismo fuera legítima y naciera de su espíritu aventurero, pero que llevara el maillot del Euskaltel Euskadi cada vez que salía a dar una vuelta sobre su bici era claramente una actividad propagandística bien organizada por sus consejeros.

Pero los que se llevan la palma en esto de hacer deporte para hacer campaña son Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales. Los dos primeros aparecieron varias veces en sus últimos años de vida con el chándal para hacer ver a su nación que seguían en buena forma y que ningún cáncer o enfermedad podía acabar con ellos. La imagen del presidente invencible debía seguir presente a toda costa. Andar, jugar al béisbol o correr eran pequeños 'sacrificios' que debían hacer por su país.

El caso del presidente boliviano fue más un acto de acercamiento al pueblo que otra cosa. En realidad fueron todos los políticos del país los que intentaron len una ocasión legar a la gente a través del fútbol. Casi de un día para otro, organizaron un partido entre gobierno y oposición. Más allá del resultado final, el claro perdedor fue un Evo Morales que dio la nota del encuentro al dar una fuerte patada a un miembro del equipo rival.

Merkel y Cameron son más de televisión

Por último, encontramos dos casos de políticos que también aprovechan el deporte para dejarse ver. La diferencia es que en esta ocasión no son ellos quienes lo practican, si no quienes lo ven. Fue el caso de Angela Merkel y David Cameron, que se dejaron fotografiar juntos mientras veían el partido entre Alemania e Inglaterra disputado en el Mundial de Sudáfrica de 2010. Una buena manera de dejar claro al mundo las buenas relaciones entre ambos países.