Australia, la unidad tras el caos

  • Los Wallabies tuvieron que resolver serios problemas de disciplina para convertirse en un grupo sólido y alcanzar la final del Mundial de rugby, que jugarán el sábado contra los All Blacks neozelandeses.

El 18 de octubre de 2014, los Wallabies se aprestaban a partir de gira por Europa. Pero el seleccionador Ewen McKenzie se vio empujado a la dimisión, minado por los rumores que hablaban de una relación extraconyugal con la responsable comercial de la Federación Australiana, Di Patston.

Rumores nacidos y amplificados por un altercado entre Di Patston y el fullback Kurtley Beale en un desplazamiento de los Wallabies a Argentina unas semanas antes.

De hecho, McKenzie fue víctima del sistema que él mismo había instalado en el seno del equipo, salpicado por problemas de comportamiento de varias de sus estrellas, como Quade Cooper, James O'Connor o Kurtley Beale.

En noviembre de 2013, el técnico había públicamente castigado a once miembros del equipo, entre ellos los actuales jugadores Bernard Foley, Adam Ashley-Cooper, Nick Phipps y Scott Fardy, por una velada con mucho alcohol en las calles de Dublín.

Por todo ello, antes de su gira de otoño de 2014, los Wallabies se desgarraban. Y Michael Cheika, nombrado justo antes de subir al avión, hace de la disciplina su prioridad.

"Pienso que no había otra solución", señala el medioscrum Will Genia. "Cheika es un hombre derecho y honesto, que dice las cosas y lo que espera de ti como persona y como Wallaby", añade.

"Las principales diferencias desde que llegó, es que todo el mundo es tratado de la misma manera. Y nosotros tenemos en cuenta lo que defendemos, por quién jugamos y lo que representamos", resume el capitán Stephen Moore (102 partidos internacionales).

Las reglas, mucho más estrictas, se vieron acompañadas de una preparación física más fuerte, que permitió solidificar el grupo con el esfuerzo.

"Nada construye mejor un equipo que trabajar duro juntos, sudando un poco y derramando un poco de sangre juntos, lo que crea un respeto entre todos", explicó Michael Cheika a la AFP.

Esta unidad no impide a las figuras expresarse ni que surjan iniciativas individuales.

El número ocho David Pocock puede militar abiertamente por la defensa de los derechos de los homosexuales, declarando que no se casará con su novia mientras no se permita el matrimonio gay en Australia y ser detenido en una manifestación ecologista sin consecuencias en su carrera deportiva.

El wing Adam Ashley-Cooper pudo visitar a un amigo en fase terminal de cáncer pocos minutos después de la victoria contra Gales (15-6) el 10 de octubre.

Y el medioscrum Nick Phipps puede asistir a sus cursos de "negocios" varias horas por día, entre dos entrenamientos o a pocas horas de un partido.

Todo se puede hacer mientras no influya negativamente en el colectivo y la imagen de los Wallabies no se vea afectada.

"Tenemos gente que viene de muchos lugares con caracteres bien diferentes. Están los bromistas, los sensibles, los luchadores", afirma Cheika.

Internacional desde 2005, Stephen Moore ha tenido a cuatro seleccionadores (Eddie Jones, John Connolly, Robie Deans y Ewen McKenzie), antes de la llegada de Michael Cheika, y ha notado una gran diferencia.

"Logró unir a gente que venía de diferentes equipos australianos y crear lazos particulares. Somos verdaderamente un grupo sólido", asegura el capitán.

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