Bienvenido, Fernando Torres

  • "Él sabe que mañana es un partido que seguramente le tocará jugar y es normal que la gente, cuando el árbitro pite el inicio, no esté con él por el tema de competitividad, pero cuando termine el partido, antes de empezar y en el calentamiento, tendrá una ovación como la que merece, porque es un chico de la casa, un chico querido y ojalá la gente lo reciba como lo tiene que recibir, como ya hizo en Mónaco (en la Supercopa de Europa de 2012). Es un chico que será siempre del Atlético de Madrid es

Jenaro Lorente

Madrid, 22 abr.- "Él sabe que mañana es un partido que seguramente le tocará jugar y es normal que la gente, cuando el árbitro pite el inicio, no esté con él por el tema de competitividad, pero cuando termine el partido, antes de empezar y en el calentamiento, tendrá una ovación como la que merece, porque es un chico de la casa, un chico querido y ojalá la gente lo reciba como lo tiene que recibir, como ya hizo en Mónaco (en la Supercopa de Europa de 2012). Es un chico que será siempre del Atlético de Madrid esté donde esté".

Las palabras de Diego Simeone la víspera del partido ante el Chelsea fueron premonitorias. Casi siete años después de que se enfundase la camiseta rojiblanca por última vez (el 9 de junio de 2007 ante el Celta en el Calderón), Fernando Torres volvió a su casa a enfrentarse por primera vez a su exequipo y lo hizo por la puerta de honor. La afición del Atlético lo acogió entre ovaciones cuando su nombre se oyó con fuerza por la megafonía al anunciarse las alineaciones. Después, durante el partido, cada uno a su tarea, la hinchada a animar a los suyos y Torres, muy sólo en el ataque visitante, a trabajar para su equipo.

Ya desde su llegada a Madrid, Torres fue agasajado. Desde que el lunes pisase suelo madrileño en el aeropuerto de la capital, la expectación fue grande, con muchos aficionados intentando acercarse a él. Dejó el detalle de bajarse del autobús para fotografiarse con un niño que había quedado desconsolado cuando vio pasar a su ídolo sin pararse.

Igual sucedió en la mañana del partido, cuando salió, junto a sus compañeros a dar un paseo por las inmediaciones del hotel de concentración.

En ese rato de asueto ocurrió una anécdota curiosa que refleja el apego que aún siente el delantero por los rojiblancos. Una persona se le acercó a pedirle un autógrafo y le deseó que marcase dos goles en el Calderón, a lo que Torres le respondió: "Ya sé de qué equipo eres".

Horas después saltaba como titular al césped del estadio que le vio formarse como futbolista. Las lesiones pospusieron hasta el 22 de abril de 2014 su retorno al Manzanares como rival. No pudo actuar con el Liverpool en la fase de grupos de la Liga de Campeones de la temporada 2008-09 y en las semifinales de la Liga Europa del curso 2009-10. Sí jugó contra el Atlético lejos de Madrid, en dos ocasiones, las dos con victoria madrileña, la primera en un amistoso en Anfield y la segunda en la Supercopa de Europa de 2012, con aquel 1-4 al Chelsea en el estadio Louis II de Mónaco.

Y durante estos siete años, en los que Torres ha defendido los colores de Liverpool y Chelsea, el nueve ha sido y es uno de los grandes embajadores del Atlético, un club al que siempre ha profesado cariño y del que nunca ha renegado. Por eso se preocupó de airear su procedencia cuando enarboló una bandera con el escudo del Oso y el Madroño en las celebraciones con la selección española por la conquista de la Eurocopa de 2008, gracias a un gol suyo en la final de Viena, contra Alemania.

No ha sido el único ejemplo. Desde Inglaterra ha seguido de cerca y como un seguidor más el enorme progreso de su club, su tremendo crecimiento desde que el 20 de mayo de 2007 el Barcelona de Frank Rijkaard le golease en el Manzanares (0-6), resultado que empujó a Torres a emigrar en busca de títulos que creía imposibles en España.

Tras su abandono, el Atlético comenzó a levantarlos. Dos Europa League, dos Supercopas de Europa, la Copa del Rey ante el Madrid, y este curso, de momento, líder de la liga a falta de cuatro jornadas y semifinalista de la Copa de Europa, algo que ha merecido el reconocimiento del propio José Mourinho. "Cuando se es primero en España y semifinalista de Champions es que se es muy importante", dijo ya en la capital de España.

51 goles ha marcado en el recinto madrileño con la elástica del Atlético, lo que le sitúa entre los diez históricos de la entidad, junto a mitos como José Eulogio Gárate o Luis Aragonés. Con 30 años recién cumplidos hace tiempo que dejó ser el "Niño", aunque se le siga llamando así. Aquel "Niño" ha crecido lejos del Calderón, un estadio que siete años después de su marcha una gran bienvenida.

"Sería duro tener que enfrentarme al Atlético en la Champions, por los sentimientos y por lo futbolístico", había declarado hace un mes. El 22 de abril de 2014 la emoción le embargó cuando apareció por la bocana hacia el verde con la camiseta del Chelsea.

Seguramente le hubiese gustado hacerlo con la rojiblanca en un partido de tanta trascendencia. No pudo, pero al menos sintió la devoción de la grada, que le aplaudió con fuerza cuando se retiró al final del partido, gesto al que él respondió de la misma forma, regalando incluso a la afición rojiblanca su casaca del Chelsea.

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