Carolina Marín, la española que hizo caer al 'Imperio de Oriente'

Carolina Marín, una 'rara avis' en un país donde apenas se practica el bádminton, logró este viernes lo que ninguna otra jugadora había logrado hasta ahora: ganar un título olímpico rompiendo el dominio de las jugadoras asiáticas.

España apenas cuenta con poco menos de 7.300 jugadores licenciados, mientras que en China, el dominador de esta especialidad, más de 100 millones de personas practican esta disciplina.

Por ello, esta andaluza de 23 años es una 'Asterix' luchando contra un imperio, no el romano en este caso, sino el de Oriente.

España apenas conocía de la existencia de este deporte hasta que empezó a sonar el nombre de Carolina Marín.

En los Juegos de Londres-2012, en lo que apenas tenía 19 años, no superó la fase de grupos. "Tenía muy poca experiencia", explicó a la AFP antes de iniciar su aventura en Rio.

Desde entonces se ha proclamado campeona del mundo en dos ocasiones (2014 y 2015), doble campeona de Europa (2014 y 2016) y llegaba a los Juegos de Rio-2016 como número uno mundial como tarjeta de presentación.

En la 'Cidade maravilhosa' tenía su último reto: conseguir lo que no habían podido lograr antes que ella la danesa Camilla Martin (Sídney-2000) y la holandesa Mia Audina (Atenas-2004).

Desde que el bádminton irrumpió en el programa olímpico en Barcelona-1992, eran las dos únicas jugadoras no asiáticas que habían disputado finales en el 'single' femenino, pero las dos cayeron derrotadas y se colgaron la plata.

A la tercera fue la vencida y Marín se subió al peldaño más alto del podio, con la dorada en el cuello y emocionada al escuchar el himno español, tras derrotar a la jugadora india Sindhu Pusarla por 19-21, 21-12 y 21-15.

Por el camino se habían quedado las dos grandes amenazas para Marin, las chinas Wang Yihan, actual número dos mundial, y Li Xueri, la vigente campeona olímpica.

En un alarde de confianza, la española había dicho antes del torneo olímpico: "No me preocupa quien pueda ser mi oponente".

"Sinceramente, creo que el principal rival que puedo tener de cara a los Juego Olímpicos soy yo misma (...) Si yo me controlo, controlo la presión que se puede tener (...) creo que puedo tener muchas expectativas de estar en lo más arriba del podio", añadió a la AFP.

La joven asegura ser admiradora de su compatriota Rafa Nadal, del que asegura que "siempre ha sido mi modelo a seguir" y con el que se hizo una foto en la Villa Olímpica que publicó en las redes sociales.

Zurda como Nadal, precoz como Nadal, determinada como Nadal... esta jugadora de Huelva (sudoeste de España) es, como su ídolo del tenis, una guerrera muy expresiva sobre el terreno, que recuerda que, ya desde niña, "era una chica muy competitiva, odiaba perder".

"Esta competitividad en la pista desde pequeña (yo era muy mala de pequeña) y las ganas de afrontar cosas nuevas, es lo que me ha hecho crecer y llegar a lo que estoy consiguiendo a día de hoy", añadió.

Aunque a los ocho años se veía más 'bailaora' de flamenco que figura de los volantes, le acabó atrayendo la "rareza" de este deporte, sus raquetas finas y sus corchos con plumas. De sus años de 'bailaora' le queda ahora la "fluidez de mi cuerpo".

Su oro en Rio tiene un doble mérito: ganar a las asiáticas y que casi dos millones de personas viesen su partido de semifinales por televisión en España, un país en el que este deporte era hasta hace poco invisible.

Mostrar comentarios