A número 1 del mundo de un deporte sólo se llega si se es muy, muy bueno, y, además, muy profesional. Djokovic lo ha demostrado en el Masters 1000 de Montecarlo al no retirarse del torneo a pesar de haber recibido la dolorosísima noticia de que su abuelo Vladimir había muerto a los 83 años de edad.
El tenista serbio recibió el mazazo cuando entrenaba para enfrentarse al ucraniano Alexandr Dolgopolov. Nadie le hubiera echado en cara que se retirase, pero Djokovic decidió jugar contra su rival, número 21 del ránking de la ATP, a pesar de que su estado no era el ideal para disputar el duelo.
Djokovic estaba muy unido a su abuelo, como prueba su reacción, llorando desconsoladamente, al enterarse de la noticia.
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