Egipto tratará de frenar su declive internacional en espera de tiempos mejores

  • Kristianstad (Suecia).- Relegada del trono africano por Túnez, la selección de Egipto afronta la cita mundialista como un intento de frenar el lento e inexorable declive iniciado en el año 2001, cuando el conjunto africano se atrevió a desafiar la hegemonía europea.

España tratará de certificar su pase a la segunda fase del Mundial de balonmano ganando a Egipto
España tratará de certificar su pase a la segunda fase del Mundial de balonmano ganando a Egipto

Kristianstad (Suecia).- Relegada del trono africano por Túnez, la selección de Egipto afronta la cita mundialista como un intento de frenar el lento e inexorable declive iniciado en el año 2001, cuando el conjunto africano se atrevió a desafiar la hegemonía europea.

Lejos queda ya el título de campeón júnior conquistado en 1993 o el ilusionante 1999, en el que Egipto, dirigido entonces por el español Javier García Cuesta, se creyó en condiciones, dada su condición de anfitrión en el Campeonato del Mundo, de convertirse en el primer equipo no europeo capaz de ceñirse la corona universal.

Un sueño que a punto estuvo de hacerse realidad dos años más tarde en Francia, donde Egipto de la mano del ex jugador del Ciudad Real Husseim Zaky, elegido mejor central del torneo, se convirtió en la primera selección no originaria del viejo continente en alcanzar las semifinales de un Mundial.

Desde entonces, Egipto que también puede presumir de ser el primer combinado africano en participar en un Mundial, en 1964 en Checoslovaquia, ha ido perdiendo posiciones en el escalafón internacional hasta bajar a la decimocuarta plaza que ocupó en el pasado Mundial de Croacia, tras caer ante España por 28-24 en el partido final.

Puestos que difícilmente podrá superar el joven equipo dirigido por el alemán Jorn Uwe Lommel que, pese a no descartar ninguna sorpresa, es consciente de que el principal objetivo en Suecia será adquirir la experiencia internacional de la que carecen la mayor parte de sus integrantes.

De hecho, once de los dieciocho jugadores con los que el técnico germano ha afrontado la última fase de la preparación mundialista, nunca han disputado un Campeonato del Mundo como consecuencia del cambio generacional en el que está inmerso el equipo egipcio, que tiene puestas sus esperanzas en la nueva hornada de jugadores que en 2009 lograron la cuarta plaza en el Mundial júnior.

Esperanzador futuro, que no está reñido con el presente que representan jugadores como los extremos Belal Awwad y Moustafa Sayed o el lateral izquierdo Mohamed Abdel Wares, sin olvidar, por supuesto, al lateral derecho Ahmed El Ahmar, la gran estrella del conjunto africano.

El jugador del Zamalek es, a sus 26 años, y ya con tres mundiales a sus espaldas, la principal referencia ofensiva de la selección egipcia, gracias a una explosividad, que le hace casi imparable en las acciones de uno contra uno.

Un recurso que Jorn Uwe Lommel se encargó de esconder, como posteriormente reconocería, en el amistoso que Egipto disputó con España en Murcia, donde el técnico germano reservó más de lo aconsejable al galardonado como mejor jugador del pasado Campeonato de África, para no dar pistas a un rival con el que volverá a medirse en el Mundial.

Por el contrario, Egipto no escondió en el pasado Torneo Internacional de España otra de sus señas de identidad, una agresiva defensa e incómoda defensa abierta, siempre al límite de la legalidad, que en ocasiones se convierte en un lastre para los africanos, como consecuencia de las múltiples exclusiones con las que suele ser sancionado.

Javier Villanueva

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