El Bernabéu está rendido al Madrid de Mourinho

  • El derbi madrileño sirvió para sellar y formalizar la relación de amor que siente el Santiago Bernabéu con el equipo que está formando Mourinho. El público madridista está entregado a las virtudes y a los jugadores de este Real Madrid, y empieza a ilusionarse con una posibilidad de celebrar algún título.
Real Madrid v Atletico Madrid - La Liga
Real Madrid v Atletico Madrid - La Liga
Aitor Amorós

El aficionado madridista acude esta campaña ilusionado y confiado a Chamartín. En los alrededores del estadio los aficionados blancos no dudaban de la victoria en el derbi, y miraban más a lo lejos: al Clásico. Con el equipo en el estado de forma que tiene en estas fechas, la espera para el partido ante el Barcelona se hace larga, ya que lo sienten que Mou puede redimir a los blancos de dos años infaustos ante los azulgranas.

Este enamoramiento se percibe especialmente dentro del Bernabéu, cuando el balón echa rodar. Se premia todas las acciones a los jugadores y se perdonan los errores. Los nuevos se han ganado a su público pronto, que se entrega por igual a la clase que demuestra Özil cuando entra en contacto con el balón, como a las anticipaciones de Carvalho, las cabalgadas de Di María, o el despliegue físico de Khedira.

Marcelo, que se ha ganado muchas pitadas por sus despistes tácticos, es ahora el ojito derecho del Bernabéu. Todas sus coberturas, sus internadas o cortes son premiados con aplausos. Dentro de los que se pueden considerar ya veteranos, junto a Casillas, Sergio Ramos, Higuaín o Pepe, es el que ha experimentado mayor cambio en su relación con la grada, y eso se debe a que de la mano de Mou se ha convertido en un gran defensa, sin olvidar sus virtudes ofensivas. 

Xabi Alonso y Cristiano Ronaldo son los valores seguros para el madridismo. Al tolosarra se le reconoce como pieza capital, y se le elogia por su toque, su calidad en el pase y su entrega, esperando con ilusión esos cambios de juego de banda a banda que tanto gustan a Chamartín. Y al portugués, ahora mismo, se le perdona todo, no se le recrimina nada. Pude mostrarse egoísta, puede levantar los brazos y protestar a un compañero que no le diera un pase, puede volver andando mientras el rival contragolpea, y casi no se oirán pitos ni voces que le critiquen. Afición y jugador ya se conocen y se comprenden.

La victoria en el derbi madrileño afianza una comunión que el año pasado, en circunstancias similares de puntos y victorias, no apareció.

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