El gran fútbol regresa a los olvidados estadios del Mundial de Sudáfrica

  • Dos años después de la gran fiesta, tras muchos domingos de modesta liga local o consagrados al rugby, el crícket o la música, los templos del Mundial de Sudáfrica se preparan para una nueva cita con el gran fútbol de la mano de la Copa de África de Naciones.

Marcel Gascón

Johannesburgo, 17 ene.- Dos años después de la gran fiesta, tras muchos domingos de modesta liga local o consagrados al rugby, el crícket o la música, los templos del Mundial de Sudáfrica se preparan para una nueva cita con el gran fútbol de la mano de la Copa de África de Naciones.

A partir del próximo sábado, y durante tres semanas, los Drogba, Adebayor, Boateng o Yaya Touré devolverán parte del esplendor perdido a las gradas que vieron jugar a Xavi, Messi o Cristiano Ronaldo.

La cita espera redimir en parte la triste suerte de algunos estadios del Mundial, en un país que no es potencia futbolística y donde el deporte rey debe compartir protagonismo con el rugby y el crícket.

Aunque las expectativas no son las mejores: la selección sudafricana es un equipo plano y anodino que no engancha, y el pasado sábado, en su último ensayo, empató a cero contra Argelia en el Estadio Orlando de Soweto, en Johannesburgo, con muchos de los 40.000 asientos vacíos.

Según el rotativo sudafricano Sunday Times, sólo se han vendido hasta ahora un cuarto del medio millón de entradas disponibles para la competición, si bien ya hay un total de 350.000 asignadas entre ventas y compromisos de la organización, que garantizarán el color en las tribunas.

De los diez escenarios de la Copa del Mundo, solo vive del fútbol el Estadio Nacional de Johannesburgo, el escenario en el que Andrés Iniesta hizo campeona a España.

Allí juega como local el equipo más popular de Sudáfrica, el Kaizer Chiefs, la selección nacional disputa sus partidos más importantes y se celebran, por su gran aforo, todos los derbis entre los Chiefs y sus eternos rivales del Orlando Pirates.

Renovado para ser la joya de la corona mundialista, el Estadio Nacional ha vivido momentos históricos de la vibrante historia del país, como el primer discurso de Nelson Mandela en Johannesburgo tras su liberación por el régimen del apartheid, al que combatió durante 67 años.

Este mes de enero vivirá dos nuevos hitos, al albergar el partido de inauguración y la final de la Copa de África, que se disputará el 10 de febrero.

Peor les ha ido a estadios como el de Durban (en el sureste del país), con aforo para más de 50.000 espectadores y construido expresamente para el Mundial.

Allí juega a fútbol el AmaZulu, colista de la liga sudafricana que en sus partidos del año -contra los gigantes locales, Chiefs y Pirates- no supera los 20.000 espectadores.

Sólo la visita del Manchester United para jugar un amistoso logró llenar de nuevo el estadio en el que España derrotó a Alemania para plantarse en la final, además de la selección nacional de crícket, que contra India copó el aforo y consiguió una asistencia récord en un partido de este deporte en el continente africano.

El fútbol tampoco ha acabado de calar en el Nelson Mandela Bay de Puerto Elizabeth (sur) y el Estadio Mbombela de Nelspruit (en el noreste).

Levantados también para la cita de 2010, el fútbol se tiene que repartir el cartel con el rugby, pero la Copa de África volverá a ponerlos bajo el foco del balompié internacional.

Algo que no puede decir el estadio Green Point de Ciudad del Cabo, una maravilla arquitectónica de más de 600 millones de dólares (unos 460 millones de euros) que no encuentra fórmulas de ser sostenible y ni siquiera será sede de la competición continental.

De hecho, los equipos de rugby y la selección nacional siguen usando sus estadios tradicionales en Ciudad del Cabo.

La demanda de fútbol en la urbe está lejos de adaptarse a lo que ofrece el lujoso complejo, cuyos elevados costes disuaden a los posibles usuarios de alquilarlo para sus eventos.

Tal es la falta de perspectivas para el estadio que el sindicato sudafricano mayoritario, el COSATU, ha propuesto convertir el Estadio Green Point en viviendas de protección oficial.

Situado en una zona acomodada de mayoría blanca, llevar a cabo el plan supondría para los líderes de COSATU una oportunidad de "integrar" a las comunidades blanca y negra, ésta última notablemente más pobre según todos los indicadores estadísticos.

Más radical se ha mostrado el conocido activista contra el comercio de armas Terry Crawford-Browne.

Crawford-Brown ha criticado la falta de planificación y transparencia a la hora de construir el estadio de Ciudad del Cabo, y ha criticado a la FIFA por presionar al ayuntamiento para embarcarse en una obra innecesaria cuando se podrían haber utilizado los campos que ya existían.

El activista pide dejar de "tirar el dinero" en la manutención del coloso y derribarlo como hicieron en Corea y Japón con los suyos tras el Mundial que organizaron en 2002.

Pero mientras el Green Point languidece, la Copa de África supone una nueva oportunidad para renovar la fiebre del fútbol en el resto de sedes del Mundial de Sudáfrica, que esperan aprovechar la experiencia para que el país vuelva a ser una fiesta del deporte.

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