Tras un final de temporada de infarto, donde todos los vallecanos rezaban ala Virgen del Carmen (patrona de Vallecas) por un Rayo en primera, la desinformación fue la tónica predominante en un verano interminable.
El director deportivo, Felipe Miñambres, trabajó a destajo para lograr confeccionar una plantilla de garantías, a coste cero, en la vuelta del equipo a la máxima categoría. A pesar de los diversos problemas con los gestores, el amor al club y la gran familia que es el Rayo Vallecano han hecho que todos los problemas acabaran en un segundo plano.
Una vuelta por todo lo alto
Llegó el esperado 29 de agosto, día que el Rayo Vallecano retornaba a Primera División. El equipo de Sandoval saltó a la Catedral sin complejo, siendo la familia que manifestó ser en Segunda División. Lo demostró y dejó muy buenas sensaciones ante un Athletic, que si no llega a ser por Iraizoz, los tres puntos hubieran viajado hasta la calle Payaso Fofó.
Dos semanas después, Vallecas ha vuelto a ver fútbol de Primera 2637 días después. El equipo demostró que la imagen que se vio en San Mamés, es la imagen que se verá durante toda la temporada. Un equipo que no para de correr, que cuida el esférizo como los grandes y que sólo la mala suerte le ha apartado de cosechar la primera victoria en su retorno.
Capítulo aparte es su afición. Un barrio humilde, que tiene mucha culpa de que el Rayo Vallecano siga vivo a día de hoy. Un barriada que da más de lo que tiene y que se vuelca con su equipo en todo momento.
Sin duda, un milagro ver al Rayo Vallecano compitiendo en Primera, después de estar al filo del abismo durante tanto tiempo.
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