El Real Madrid termina en blanco un año que comenzó con más ilusión que nunca

El aclamado regreso de Florentino Pérez, que no tuvo ni competencia electoral, trajo consigo un proyecto repleto de fichajes. Contrató en un mes lo que normalmente habría hecho en tres temporadas en la búsqueda de una rápida reconstrucción de un equipo ganador que fuese capaz de hacer sombra a un Barcelona que se paseó en todas las competiciones la pasada temporada.

De esta forma fichó al mejor jugador de la Liga inglesa, Cristiano Ronaldo, de la italiana, Kaká, y francesa, Karim Benzema. Puso una base española con la llegada de Raúl Albiol, Álvaro Arbeloa y Xabi Alonso. Y depositó su confianza en Manuel Pellegrini como técnico, con el objetivo de trasladar al Real Madrid el fútbol vistoso que había inculcado al Villarreal.

Los traspasos no deseados por el chileno de Arjen Robben y Wesley Sneijder, provocaron las primeras tensiones en la directiva. Aumentaron cuando el Real Madrid arrancó con buenos resultados y poco fútbol en Liga, pero con una estrepitosa caída copera. El Alcorcón, conjunto de Segunda división B, goleó al Real Madrid 4-0 en una noche negra. Uno de los mayores ridículos de su historia.

Desde entonces, Pellegrini realizó con naturalidad modificaciones complicadas en su plantilla, como la suplencia de Raúl. El cambio de rol del capitán, que pasó de jugar todo a salir en los minutos finales de cada partido. El liderazgo siempre lo asumió Cristiano Ronaldo. Los goles también los puso Gonzalo Higuaín, que pronto convirtió en suplente a Benzema, a quien le costó acoplarse al fútbol español.

El bajo rendimiento de dos fichajes estrella han sido claves en la temporada blanca. A Karim se le sumó Kaká, condicionado por una pubalgia que le mantuvo dos meses de baja a finales del 2009, de la que posteriormente recayó cuando el Real Madrid dijo adiós a Europa y su confianza se desplomó. La reivindicación de Rafael Van der Vaart hizo que su equipo no añorase al brasileño.

Pero cuando el juego del equipo crecía. Las goleadas se sucedían y el Santiago Bernabéu se convertía en un fortín inexpugnable, apareció la 'maldición de octavos' de Liga de Campeones, para dejar sentenciado a Pellegrini y acrecentar la pérdida de prestigio en Europa.

Por sexto año consecutivo el Real Madrid no superó la barrera de octavos. En esta ocasión una eliminación más dolorosa si cabe al disputarse la final en el Bernabéu y por caer con el papel de favorito en la eliminatoria. La derrota 1-0 en Lyon, con un jugador poco habitual como Mahamadou Diarra de titular, y el empate en la vuelta perdonando numerosas ocasiones en la primera mitad y bloqueándose en la segunda, marcaron al técnico madridista. Desde entonces la crítica le acompañó en cada uno de sus pasos.

De poco han servido los argumentos a los que se agarra Pellegrini. El cambio de filosofía de juego y el regreso del fútbol ofensivo. La seguridad defensiva mostrada pese a la grave lesión del jefe de la zaga, Pepe. El récord de puntos conseguido en Liga y los 102 goles marcados en la segunda mejor marca de la historia del club. La Liga estaba destinada a un mano a mano con el Barcelona y el Real Madrid lo perdió.

Pudo hacerlo en varios estadios donde se dejó puntos (derrotas en Bilbao y Sevilla), pero se le escapó el título liguero en sus enfrentamientos directos con el Barcelona. La Liga quedó sentenciada en el Bernabéu, cuando el equipo de Pep Guardiola dio un nuevo golpe de autoridad. Ese 0-2 del 10 de abril, sumado al encuentro de la primera vuelta en el Camp Nou, cuando la buena imagen del equipo blanco no encontró premio (1-0) fueron decisivos.

Luchó hasta el final el Real Madrid para acabar cediendo en la última jornada. Da paso a un debate interno en el club sobre la continuidad de Pellegrini o el fichaje de José Mourinho. Otros responsables, como el director general Jorge Valdano, tampoco tienen el futuro asegurado. Desde hoy, Florentino Pérez trabaja en un nuevo proyecto, de retoques importantes a la actual plantilla, con el objetivo de volver a saborear un título la próxima temporada.