El Barcelona no se encontrará el sábado a un cordero como el que el pasado lunes le visitó en el Camp Nou. Osasuna será un equipo mucho más difícil de batir que el Real Madrid con unas armas muy diferentes.
El Barça fue mejor que el Madrid en el Clásico. Lo fue futbolísticamente, eso no tiene discusión, pero lo fue también desde el punto de vista de ganas, fuerza, entrega y motivación.
Si lo primero no tiene solución casi nunca, porque si el Barcelona es mejor te puede hacer un saco de goles (8 al Almería, 3 al Panathinaikos o 5 al Madrid en los últimos envites), caso muy diferente es el de oponer resistencia con otro tipo de armas. El Madrid salió al campo vendido, entregado de ante mano. Osasuna, en cambio, saltará con el cuchillo entre los dientes sabiendo que es difícil ofrecer otro tipo de oposición al vigente campeón.
Camacho y los suyos saben que deben salir al campo a tapar las bandas, a no dar un metro a los que sacan el balón jugado desde atrás, que no pueden permitir que Messi reciba y, sobre todo, que no pueden dejar pensar a los jugadores que mueven al equipo azulgrana, en especial a Xavi.
El público del Reyno de Navarra es consciente de que es díficil parar al Barça, pero exigirá a los de Camacho que muestren sus mejores armas. Si, además, son capaces de ofrecer buen fútbol, mejor que mejor, porque buenos futbolistas hay en los rojillos.
El dato a mayores de lo difícil que será para los azulgrana llega de lo sucedido en las 48 horas: por un lado, la nevada que cayó el jueves sobre Pamplona y que provocará que el terreno de juego esté muy duro. Y, por otro, la cabezonería de los azulgrana de querer apurar hasta última hora en busca de un vuelo y que provocó que hayan cogido un AVE a las 4 de la tarde y que lleguen con el tiempo justo al estadio.
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