Javier Culson, contra la edad y su mala fortuna en las finales

  • A sus 31 años, el vallista puertorriqueño Javier Culson entra ya en una edad de madurez y aunque admite que los años van pesando en sus piernas, intentará sumar una nueva medalla en el Mundial de Pekín, si sus rivales y la mala fortuna que suele acompañarle en las finales lo permiten.

Culson es un auténtico coleccionista de medallas, pero le falta una para completar, la más preciada, la de oro, que se le ha escapado en varias grandes citas.

En Juegos Olímpicos fue bronce en su prueba, los 400 metros vallas, en Londres-2012 y en Mundiales ha sumado dos platas, en Berlín-2009 y Daegu-2011, fallando en Moscú-2013, con un sexto puesto en la final, tras el cual quedó muy decepcionado.

En su gran competición más reciente, los Juegos Panamericanos de Toronto, Culson vio escaparse la victoria en los últimos metros, teniendo que conformarse con la plata (48.67) por detrás del bahameño Jeffery Gibson (48.51), cuando ya se sentía casi con el oro al cuello.

"No estoy contento. Como siempre, en los metros finales se me fue la medalla de oro. No he tenido un buen año, las marcas no han sido como yo esperaba. Espero mejorar más para el Mundial de Pekín", admitió entonces en la ciudad canadiense.

"Voy a seguir hasta que la espina deje de molestarme. No somos una máquina. Está la edad y uno va decayendo. Hay que trabajar más duro, pero Javier Culson siempre luchará por estar entre los ocho primeros", aseguró, con la perspectiva en seguir brillando en el ciclo olímpico que termina el año que viene con la cita más esperada, Rio-2016.

Antes de eso, Culson tiene el reto del Mundial de Pekín y, al contrario que en otros Mundiales, llegará en una segunda fila, más como 'outsider' que como claro favorito a las medallas.

Esas marcas que no han cumplido sus expectativas hacen que llegue a Pekín-2015 como el octavo mejor atleta su prueba este año, con el 48.48 que firmó en junio en Nueva York, lejos del mejor de este 2015 hasta ahora, el estadounidense Bershawn Jackson (48.09) y de su plusmarca personal, los 47,72 que firmó en Ponce en el ya lejano 2010.

Una medalla en la capital china le devolvería por unos momentos a las sensaciones de aquella noche de agosto de 2009 en la que vivió la que considera su carrera más emotiva y memorable, la del Mundial de Berlín, donde hizo historia con un segundo puesto.

"En 2009 no era conocido. No tenía patrocinadores, pero tuve la oportunidad de contactar con Michael Johnson como mánager. Con su ayuda fui capaz de ir teniendo mayor acceso a las competiciones internacionales y eso me ayudó a conseguir la plata mundial", recordó recientemente en declaraciones a la web de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF).

Ahora aquel desconocido es una presencia habitual en las batallas en los 400 metros vallas, donde prefiere no señalar a ningún adversario como su amenaza.

"Mi mayor rival es el reloj", sentencia el único puertorriqueño capaz de haber subido al podio en un Mundial de atletismo.

dr/jt

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