Quizá no haya un jugador más diferente de Lionel Messi en el Barcelona que Seydou Keita. Sin embargo, el malí se convirtió en el héroe por sorpresa en el partido ante el Sporting haciendo lo que tan bien hace el argentino: marcar goles y darlos. Una labor que no es la suya, pues a él le pagan para dar equilibrio, pero en los momentos más difíciles surgen los grandes jugadores.
En el primer tanto del Barcelona, el que por fin abría la lata gijonesa, férreamente cerrada, Keita fue clave porque dio el pase al hueco a Adriano, que entraba como un ciclón por la banda izquierda. El pase de la muerte del lateral brasileño fue luego empujado a la red por Andrés Iniesta, el otro crack local de la jornada, pero no hubiera habido jugada sin el balón al primer toque del futbolista africano.
En la segunda parte, cuando el Barcelona parecía que iba a claudicar ante el planteamiento ultradefensivo de Javier Clemente, Keita puso el balón con la izquierda en la escuadra. Un magnífico gol que acababa con las ilusiones visitantes tras el tanto de Barral y que premiaba a un Barcelona superior con 11 hombres y con 10 tras la expulsión de Gerard Piqué.
Sin Messi, todos esperaban que asumieran los galones Iniesta y Cesc Fàbregas. El primero estuvo sensacional, pero Cesc naufragó como falso delantero. Al final fue Keita el que hizo su trabajo, el trabajo de Messi. Y eso que sustituir al argentino parece imposible, pero el malí lo hizo ante el Sporting.
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