La Liga portuguesa "más españolizada" de su historia

  • Nunca la Liga portuguesa había tenido tantos jugadores españoles en sus clubes, ni tantos en equipos de primera línea como el Benfica, el Sporting de Lisboa y el Braga, que cuentan esta temporada con ocho estrellas del país vecino.

Susana Irles

Lisboa, 1 sep.- Nunca la Liga portuguesa había tenido tantos jugadores españoles en sus clubes, ni tantos en equipos de primera línea como el Benfica, el Sporting de Lisboa y el Braga, que cuentan esta temporada con ocho estrellas del país vecino.

Según datos recabados por la agencia EFE, entre dos y cinco españoles por temporada habían militado en el fútbol portugués durante las últimas décadas y se habían concentrado en equipos menores, con contadas excepciones.

Este comienzo de curso, en cambio, los recién llegados culés Jeffrén Suárez y Manuel Agudo, alias "Nolito", el ex sevillista Diego Capel y el campeón del mundo Joan Capdevila -procedente del Villarreal- son ya estrellas habituales de las portadas de los periódicos portugueses.

Jeffrén y Capel han aportado calidad y explosividad al ataque del Sporting; Nolito, goles y sacrificio; mientras que Capdevila, menos utilizado, ha dejado muestras de su fiabilidad.

El traspaso de Fran Mérida (ex Atlético de Madrid) al Sporting de Braga eleva el número de españoles a ocho, pues ya formaban parte de las plantillas lusas Javi García (Benfica), Rodrigo Moreno (Benfica) y Javier Balboa (ex Real Madrid), traspasado por los "encarnados" al equipo de la primera división lusa Beira-Mar.

Cerrada la campaña de transferencias, ésta es la Liga portuguesa "más españolizada" de su historia, que se remonta a 1914, aunque sólo a partir de los noventa se popularizaron los extranjeros con la apertura de las fronteras por la Ley Bosman.

Sin embargo, apenas unos pocos españoles llegaron a los tres grandes portugueses, el Benfica, el Oporto, y el Sporting de Lisboa.

Algunos dejaron su huella, como el tinerfeño Antonio Jesús González, conocido como "Toñito", que ganó la Liga en la temporada 1999-2000 con el Sporting y que pasó nueve años en clubes portugueses.

O los andaluces Carlos Marchena (Villarreal), que vistió la camiseta de los "águilas" en el curso 2000/2001, y José Antonio Reyes (Atlético de Madrid), que jugó en el Benfica de Quique Flores en la temporada de 2008/2009.

También el madrileño Tote, canterano del Real Madrid, estuvo en el estadio de La Luz el curso 1999/2000, el mismo en el que entrenó José Antonio Camacho en dos periodos (2002-2004;2007-2008).

El Benfica, que suma 32 Ligas y dos Copas de Europa, es claramente líder en la recolecta de estrellas españolas. Ya en 2009 la llegada de un joven Javi García, procedente del Real Madrid, marcó la segunda compra más cara de aquella campaña por 7 millones de euros.

No tardó en superarlo a mitad de temporada el guardameta Roberto Jiménez -ahora en el Zaragoza- que entraba al mismo club por 8,5 millones de euros, en un acuerdo con el Atlético de Madrid que supuso la tercera contratación más cara de "los águilas".

Hubo también algunos fracasos por el camino. Víctor Fernández apenas duró seis meses en la 2004-2005 al mando del Oporto y Miguel Ángel Angulo abandonó el Sporting durante 2009 con más pena que gloria.

Esta temporada pasará a la historia por haber alcanzado el máximo tráfico ibérico de jugadores entre dos ligas que durante años se habían dado la espalda.

Aparte de una deslumbrante Liga española, con la selección como campeona mundial y el Barcelona en el trono europeo, que atrae al mercado internacional, Portugal ve también ganar su prestigio a los ojos de España y el mundo.

Méritos no faltan.

El fútbol portugués ha dado a luz a una estela de talentos propios a la Liga española como Paulo Futre, Luis Figo, Cristiano Ronaldo, el futbolista más caro de la historia, y Fabio Coentrao, y al liderazgo técnico de entrenadores como José Mourinho.

Clubes como el Oporto, que ha lanzó a su ex entrenador André Villas-Boas al estrellato, y el Benfica se han convertido en una fábrica de jóvenes estrellas sudamericanas como Radamel Falcao, traspasado al Atlético de Madrid por 40 millones, "Hulk", blindado con una cláusula de 100, o el central brasileño David Luiz, que recaló en el Chelsea inglés por 30.

Y la sorpresa de una final portuguesa en la Liga Europa, que encumbró el pasado mayo al Oporto frente al Braga, evidenció la competitividad internacional de este pequeño país, donde el fútbol es casi una religión.

Escuchar el clamor de majestuosos estadios como el de la Luz del Benfica, el club con más socios del mundo con cerca de 200.000, es la mejor manera de comprobar la pasión lusa por el deporte rey.

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