Llorente cumple un año como presidente con un tercer puesto, ajustes y despedidas

  • Valencia.- Manuel Llorente, presidente del Valencia, cumple mañana un año en el cargo con un tercer puesto en la Liga y un periodo de ajustes, cuyo último capítulo ha sido la salida del directo deportivo Fernando Gómez "por motivos económicos", lo que ha reabierto el debate sobre si debe reducir también su propio salario.

Valencia.- Manuel Llorente, presidente del Valencia, cumple mañana un año en el cargo con un tercer puesto en la Liga y un periodo de ajustes, cuyo último capítulo ha sido la salida del directo deportivo Fernando Gómez "por motivos económicos", lo que ha reabierto el debate sobre si debe reducir también su propio salario.

La decisión de prescindir de Fernando Gómez se encuentra entre las más llamativas adoptadas por Llorente al frente de la entidad y es consecuencia de la crisis que afecta al fútbol y al Valencia y de que no puede "dar la espalda" a los problemas, por lo que no descarta otras decisiones de este calado.

Esta determinación, que ha marcado la semana previa a su primer aniversario en el cargo, cierra un año en el que Llorente ha vivido más alegrías sobre el césped, con la clasificación para la Liga de Campeones, que en el despacho, dados los problemas para reducir la deuda y la paralización de las obras del nuevo Mestalla.

Su lema no explícito se ha centrado en la combinación entre "la exigencia deportiva y el ajuste económico", que se resume en su opinión sobre la excelencia en la gestión, basada en el equilibrio entre el rendimiento deportivo y el económico a la hora de fichar y, sobre todo, en la de traspasar futbolistas.

Así, hace un año consideró que David Villa era un instrumento para llegar a la Liga de Campeones, lo que le obligó a aguantar el envite de los compradores. Ahora, en una situación diferente, ha decidido vender.

Los hitos de su primer año de mandato han sido el sobresalto de la empresa Dalport, supuesta compradora del club, la buena noticia de la ampliación de capital y la mala de la imposibilidad de vender las acciones adquiridas, los 450 millones de euros de deuda y, hace poco, la venta de David Villa y la salida de Fernando Gómez.

Llorente volvió al Valencia el 7 de junio de 2009 para asumir la presidencia de un club que conocía bien por los anteriores puestos ocupados, entre ellos el de consejero-delegado hace una década, cuando el equipo logró varios títulos.

Se encontró, ya lo sabía al regresar, con un club inmerso en una crisis económica sin precedentes. Por ello propuso como primer objetivo un plan de viabilidad, "duro, pero posible", al que sumó la necesidad de satisfacer a la afición y de mantener un bloque para alcanzar puestos de Liga de Campeones.

La relación que estableció Llorente entre lo económico y lo deportivo ha centrado buena parte de las alabanzas y las críticas recibidas.

Los que consideran que sanear el club, reducir gastos y evitar su desaparición debían ser asuntos preferentes, están en sintonía con él, mientras que otros opinan que los objetivos deportivos le han preocupado menos y que cuando lo han hecho han sido más por su repercusión económica que por su intrínseco valor futbolístico.

En otra línea se encuentran los que afirman que el equilibrio entre ambas parcelas no se ha logrado y que el club está en manos de un presidente cada vez más presidencialista.

En cualquier caso, casi todos coinciden en que el actual es un momento casi de esplendor si se compara con la etapa de Juan Soler como presidente y máximo accionista del club.

Soler prescindió de Llorente y éste se ha mostrado crítico con él. "Tenemos muchas deudas que cubrir y muchos ajustes contables motivados por la anterior gestión", ha señalado.

Entre sus afirmaciones del último año se mezclan algunas alusivas al sentimiento de los aficionados con otras referidas a la gestión pura y dura.

"Si Dalport viene con quinientos millones de euros, le haremos el pasillo", afirmó el pasado verano, antes de señalar que con la ampliación del capital social del club firmada gracias al crédito de 75 millones concedido por Bancaja y avalado por la Generalitat, el club volvió a ser "propiedad de sus aficionados".

Su asignatura pendiente es la reanudación de las obras del nuevo Mestalla, consciente de que no puede renunciar a ellas, pero sabedor de que el club podría haber evitado este proyecto y permanecer en su actual estadio, un recinto no espectacular pero digno y que no requiere inversiones imposibles.

Su trabajo va destinado a buscar, euro a euro, la viabilidad de la entidad. Enfrente se encuentra con críticas de los que consideran que una visión exclusivamente economicista y de gestión, además de y personalista, puede no beneficiar a la entidad.

Mostrar comentarios