Londres 2012. Diez deportistas que cambiaron los Juegos Olímpicos (I): Dick Fosbury

  • Quizá poco conocido y sin un gran palmarés olímpicos -sólo una presea dorada, este atleta americano pasó a la historia en los Juegos Olímpicos de México 1968 por revolucionar el salto de altura. Tuvo que soportar críticas y mofas por saltar de espalda (tal como se hace hoy día), en lugar de hacerlo de frente, como era habitual. Su victoria en los Juegos le dio la razón y el 'Fosbury Flop' empezó a extenderse por el mundo, dejando obsoletos los otros estilos de salto.

Fosbury revolucionó el salto de altura
Fosbury revolucionó el salto de altura
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La historia de este saltador de altura es fácil de contar. Fosbury era un adelantado a su época y, como tal, fue primero cuestionado, luego criticado y, al final, admirado. Desde que era un adolescente llamó la atención de todos por atreverse a saltar el listón de altura de un modo diferente al del resto de competidores. Esa mezcla de osadía e inteligencia le acabarían convirtiendo en el precursor de lo que hoy conocemos como salto de altura.

Corría el año 1963, cuando Dick, con apenas dieciséis años, empezó a practicar su salto. Si hasta entonces lo más habitual era encoger las piernas y saltar con ellas por delante, Fosbury observó que se podría hacer al revés, con la espalda por delante. Tal atrevimiento se pudo llevar a cabo gracias a que los americanos fueron de los primeros en colocar tras el listón una colchoneta y no un montón de arena.

Sin la necesidad de caer de pie, o lo más vertical posible, Fosbury optó por ejecutar un salto que, al inicio, era observado con lupa. Si ese joven atleta había descubierto o no la fórmula mágica de cómo superar el listón de altura sólo lo dictaminaría el tiempo. En cualquier caso, durante sus primeras competiciones fue descrito más como un loco que como un innovador y precursor de un cambio pese a que, según crecía, iba mejorando sus marcas.

Así, logró clasificarse para los campeonatos universitarios de Estados Unidos de 1968, donde dio a conocer el 'Fosbury Flop' -como pasó a llamarse- a todo su país. Venció dicho campeonato y logró clasificarse para los Juegos Olímpicos de ese mismo año en México.

Como en aquella época la información tardaba en llegar de un punto del planeta a otro y sólo se informaba de los hechos más importantes, Fosbury llegó a la pista como un atleta más; si bien sus compañeros y muchos aficionados americanos ya sabían lo que iba a pasar. Desde el primer salto Fosbury empezó a atraer las miradas de todos los espectadores que llenaban el Estadio Olímpico Universitario de Ciudad de México.

Tras un concurso espléndido, llegó a la altura de 2,24, que suponía un nuevo récord olímpico. Enfrente sólo tenía al también americano Edward Caruthers. Cada vez que Fosbury se disponía a saltar, el público se ponía a dar palmas y a animarle. Una vez que superaba el listón, el estadio entero estallaba en júbilo. Caruthers falló sus intentos y convirtió a Fosbury en el nuevo ídolo de la gente y en el hombre que cambiaría para siempre la disciplina de salto de altura.

Sin embargo, este humilde chico de Oregón no se conformaba con el oro. Él quería demostrar que su técnica era, con diferencia, la mejor. Situó el listón en 2,29, un centímetro más alto del entonces récord del mundo. Pese a que cuando había superado los 2,22 y los 2,24 las imágenes demuestran que le sobraron varios centímetros, una vez que situó el listón en 2,29 no pudo superarlo. Se quedó con las ganas del récord mundial, pero podrá estar siempre orgulloso de haber dado 'un gran salto para la humanidad'.

Una vez que ganó el oro -con 21 años- se retiró del atletismo profesional explicando que no 'estaba preparado para el triunfo' y que había cumplido, de sobra, con sus objetivos. Estuviera preparado o no, lo cierto es que su apellido estará ligado de por vida al salto de altura. De hecho, la ciencia ha demostrado que el 'Fosbury Flop' es la técnica más eficiente a la hora de afrontar el listón, por lo que Dick Fosbury es y será siempre el padre de todos los nuevos récords y todas las hazañas que realicen los saltadores del futuro.

Manu Albarrán
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