Londres 2012. Diez deportistas que cambiaron los Juegos Olímpicos (III): Nadia Comaneci

  • La gimnasta perfecta. En los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 demostró que alcanzar la perfección era posible. Obtuvo en siete ocasiones un diez, la máxima nota en gimnasia. Hasta el momento, ninguna atleta lo había logrado. De hecho, los marcadores no estaban preparados para ello y, en lugar de indicar el 10.00, marcaron un 1,00.

Nadia Comaneci en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976
Nadia Comaneci en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976
lainformacion.com
Manu Albarrán

Nadia Comaneci es uno de esos nombres que van ligados por derecho propio a los Juegos Olímpicos. Con tan sólo catorce años, esta gimnasta rumana mostró a todo el mundo siete ejemplos de lo que signifca la palabra perfección. Gracias a esos siete 'dieces', Comaneci se colgó cinco medallas en Montreal (tres de oro, una de plata y una de bronce).

Precisamente hoy 18 de julio es el vigesimosexto aniversario del primer diez de la historia en gimnasia. Tal día como hoy en 1976, en Montreal comenzaba la rutina por equipos. Comaneci debutó en el aparato de barras asimétricas. Su plasticidad, su elegancia a la hora de ejecutar los saltos y la facilidad para realizar los movimientos llevaron a los jueces a darle el primer diez.

¿Un uno o un diez?

En ese momento, el encargado del marcador que mostraba al público la nota obtenida no supo qué hacer. Hasta entonces, los luminosos estaban diseñados con una única cifra en la parte entera del número y tres en la parte decimal. Así pues, o aparecía un 1.00 o aparecía un 0.100. Lo que era imposible era escribir la cifra de las decenas. Tras un breve debate se eligió la primera opción. En cuanto lo vio, Nadia dudó, pensando que era un uno. Segundos después una compañera de equipo se acercó para confirmarla que era un diez.

Comaneci lograría durante el resto de la competición seis dieces más: tres en barras asimétricas y otros tantos sobre la barra de equilibrio, que le valieron para proclamarse campeona olímpica en barras asimétricas, en barra de equilibrio y en el concurso general. Además, fue subcampeona en el concurso por equipos y obtuvo la medalla de bronce en suelo. Tres oros, una plata y un bronce para una niña de poco más de 150 centímetros y apenas catorce años.

Iba para estrella

Antes de los Juegos de Montreal, Nadia ya había destacado en el mundo de la gimnasia. Debutó en una competición en 1975, con sólo 13 años, siendo la gimnasta más joven de todas las que participaron en el Campeonato Internacional de Campeones en Wembley. Tras ver su actuación, David Hunn advirtió que en un par de años esa rumana podría llegar a ser la gimnasta perfecta.

Sin embargo, Nadia convirtió esos dos años en unos días. Al mes siguiente disputó el Campeonato de Europa en Noruega, donde se alzó con la victoria en cuatro de las cinco modalidades en las que participaba, obteniendo la plata en la otra. Así fue como Nadia Comaneci logró su acceso a los Juegos Olímpicos.

Tras su paso por Montreal, la gimnasta entró en una espiral de mala suerte y conflictos ajenos a ella como el divorcio de sus padre o la prohibición de la Federación Rumana de Gimnasia de que se ejercitara con sus entrenadores de toda la vida. La Federación luego reculó y permitió a Comaneci entrenar bajo las órdenes del matrimonio Karolyis, sus preparadores de siempre, aunque ya le había costado el título mundial de 1978 en asimétricas y en el concurso general.

Pese a todo, Comaneci logró dos títulos europeos más en el concurso general, siendo así la única gimnasta que lo ha logrado en tres ocasiones. También logró el calificativo de heroína nacional tras obtener un 9.95 en el ejercicio de barra de equilibrio después de abandonar el hospital en el que había ingresado por un envenenamiento en la sangre producido por un corte con una hebilla metálica. Esa puntuación le dio al equipo rumano la medalla de oro en la categoría de equipos por primera vez en la historia.

Retiro dorado tras Moscú 1980

La última competición en la que Nadia participó fueron los Juego Olímpicos de Moscú. Allí defendió su título en la barra de equilibrio y sumó un segundo oro en suelo. Sin embargo, sólo pudo firmar el segundo puesto en el concurso general. Del mismo modo, el equipo rumano volvió a ser segundo, tras Rusia; si bien es cierto que hubo bastante polémica con las puntuaciones.

Un año después, Nadia se retiró oficialmente de la gimnasia dejando como legado la demostración de que el ser humando puede alcanzar la perfección en un clima de competencia deportiva y con el esfuerzo y el sacrifico como valores sobre las que sustentar el trabajo.

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