Los niños pobres de Bangkok buscan una vida mejor con puños y patadas

  • Puñetazos y patadas no parecen la mejor forma de erradicar la miseria yla desigualdad en las grandes ciudades, pero niños y jóvenes de losbarrios marginales de Bangkok han encontrado en el boxeo tailandés omuay thai una forma de escapar de las drogas y la prostitución.
lainformacion.com

La basura se acumula cerca del centro de entrenamiento "96 Penang", creado hace 29 años por un antiguo luchador de muay thai, Thi Pradajee, con la intención de dar una oportunidad a los más desafortunados.

Rodeado de chabolas y acosado por las vías del tren, Pradajee ha conseguido con tesón y poco dinero dotar a la escuela de un equipamiento más que decente, que incluye un cuadrilátero, varios sacos de pelea y material para el combate.

Hasta los taxistas se extrañan al encontrar un centro de muay thai instalado bajo los cimientos de una autovía.

Menores de diez años se entrenan a diario para participar en combates que se celebran los fines de semana o días festivos, y por los que pueden llegar a ganar hasta 1.000 bat (unos 30 dólares ó 20 euros).

De esta cantidad, los jóvenes luchadores se quedan apenas con un tercio y destinan el resto a sus estudios, cuidar a su familia y mantener el centro de muay thai.

Muchas ONG califican de "explotación infantil" que los niños participen en estas peleas por el lucrativo negocio que supone para los corredores de apuestas y las lesiones que pueden sufrir.

Sin embargo, los alumnos de "96 Penang" parecen contentos, no paran de sonreír en los entrenamientos y, al menos, no se enfrentan a los peligros de la vida en la calle.

"He luchado ya en unos diez combates. Comencé a entrenar muay thai para defenderme de mis amigos", señala uno de los alumnos, de diez años.

"Las peleas suelen organizarse durante las fiestas en los templos", agrega el menor, quien de mayor quiere ser soldado.

Los jóvenes del centro sorprenden por sus modales, pero una vez en el cuadrilátero no dudan en lanzar todo tipo de patadas, puños, codazos o rodillazos contra el adversario.

"Practico muay thai desde hace un año y comencé a pelear hace tres meses", explica una boxeadora de 14 años, quien no tiene complejos en infligir patadas contundentes con las uñas de los pies pintadas de rojo.

La madre de la menor, que tiene dos hermanastros, trabaja como costurera eventual, mientras que el padre está desempleado.


A pesar de encontrarse en un barrio de chabolas, de "96 Penang" han salido varios campeones de muay thai y su fama se ha extendido incluso fuera de Tailandia.

"He entrenado en más de veinte centros de Tailandia, pero aquí he recibido la mejor formación", asegura Pinkie, un australiano de 28 años.

"Aparte de ser una buena escuela de muay thai, hay disciplina y el mismo respeto que se vive dentro de una familia", afirma el extranjero, que desde hace ocho meses vive de forma permanente en Bangkok.

El boxeo tailandés se considera el arte marcial más letal y también es conocido como la lucha de las ocho extremidades, ya que se utilizan las rodillas y los codos, además de los pies y los puños para atacar. Muchos piden una regulación más estricta para evitar lesiones serias entre los luchadores y, sobre todo, entre los menores que participan en combates.

Sin embargo, en el suburbio de Klong Toey temen más a las drogas y, en particular, a la metaanfetamina, fácil de adquirir y a la que conocen como "yaba" ("droga loca") por los delirios que padecen los que la consumen frecuentemente.

"Aquí pueden jugar y practicar muay thai, en 29 años no he tenido buenas experiencias en este barrio, pero al menos aquí están alejados de la droga. Si no, tienen que irse", espetó el responsable de "96 Penang".

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