Había una época en que la selección española no ganaba. Dos momentos quedan grabados en la retina de los aficionados a La Roja en partidos donde los nuestros fueron mejores sobre el terreno de juego. Uno de ellos es el Mundial de USA 94: un fallo de Julio Salinas delante del portero, el gol de Baggio regateando a Zubizarreta y el codazo no sancionado de Tassotti sobre Luis Enrique.
La Eurocopa de Inglaterra, dos años después, se antojaba como la competición clave para olvidarse de aquello. El comienzo no fue bueno para los de Clemente que acabaron superando la fase de grupos gracias a un gol de Amor ante Rumanía en los minutos finales. Los cuartos de final tenían un rival envenenado: los anfitriones. Y en Wembley.
El partido fue de tú a tú, sin importar ni el rival ni el escenario. Pero ni España ni Inglaterra fueron capaces de batir la portería del otro ni en los 90 minutos ni en los 30 de prórroga. Así que tocaron los penaltis. Y el sueño de La Roja se fue esfumando poco a poco. Primero, Fernando Hierro, uno de los especialistas de la selección y del Real Madrid, mandó el esférico al larguero.
Mientras, los ingleses no fallaban y batían a un Zubizarreta que nunca destacó por parar penas máximas. Shearer, Platt, Pearce y el polémico Gascoigne mandaban el balón al fondo de las mallas. Llegó el turno de Miguel Ángel Nadal, que le pegó regular y el esférico acabó en las manos de un Seaman que saltó como un resorte para celebrar el pase con sus compañeros y toda la afición. Una decepción más para España.
Había una época en que la selección española no ganaba. Dos momentos quedan grabados en la retina de los aficionados a La Roja en partidos donde los nuestros fueron mejores sobre el terreno de juego. Uno de ellos es el Mundial de USA 94: un fallo de Julio Salinas delante del portero, el gol de Baggio regateando a Zubizarreta y el codazo no sancionado de Tassotti sobre Luis Enrique.
La Eurocopa de Inglaterra, dos años después, se antojaba como la competición clave para olvidarse de aquello. El comienzo no fue bueno para los de Clemente que acabaron superando la fase de grupos gracias a un gol de Amor ante Rumanía en los minutos finales. Los cuartos de final tenían un rival envenenado: los anfitriones. Y en Wembley.
El partido fue de tú a tú, sin importar ni el rival ni el escenario. Pero ni España ni Inglaterra fueron capaces de batir la portería del otro ni en los 90 minutos ni en los 30 de prórroga. Así que tocaron los penaltis. Y el sueño de La Roja se fue esfumando poco a poco. Primero, Fernando Hierro, uno de los especialistas de la selección y del Real Madrid, mandó el esférico al larguero.
Mientras, los ingleses no fallaban y batían a un Zubizarreta que nunca destacó por parar penas máximas. Shearer, Platt, Pearce y el polémico Gascoigne mandaban el balón al fondo de las mallas. Llegó el turno de Miguel Ángel Nadal, que le pegó regular y el esférico acabó en las manos de un Seaman que saltó como un resorte para celebrar el pase con sus compañeros y toda la afición. Una decepción más para España.
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