Madrid rezuma euforia con el Atlético de Madrid

  • Madrid.- La cita era temprano, a las cinco de la tarde en el estadio Vicente Calderón, el punto de partida de la comitiva para pasear un trofeo europeo que llega a las vitrinas rojiblancas cuarenta y ocho años después del primero y único, y la afición del Atlético llevaba mucho esperando para la celebración.

Quique Sánchez Flores afirma que la afición es "increíble"
Quique Sánchez Flores afirma que la afición es "increíble"

Madrid.- La cita era temprano, a las cinco de la tarde en el estadio Vicente Calderón, el punto de partida de la comitiva para pasear un trofeo europeo que llega a las vitrinas rojiblancas cuarenta y ocho años después del primero y único, y la afición del Atlético llevaba mucho esperando para la celebración.

La expedición, desde su partida hasta su destino, siempre estuvo acompañada por unos seguidores que pueden ser considerados como de los más sufridos de la geografía española, y lo han pasado muy mal, con lo que es de entender el júbilo con el que han celebrado el título.

Siempre vitorearon el paso del autobús descapotable del equipo, todo rojo, y nunca hubo más de dos metros sin gente.

En ese transitar, se pasó hasta en dos ocasiones por la vecina Cibeles, la diosa del otro equipo capitalino, con el que guarda una gran rivalidad. Hoy estaba seria, miraba al suelo, y una valla de dos metros la protegía de posibles molestias de quien osara perturbar su paz.

Los jugadores respondieron y los síntomas de cansancio en muchos de ellos era evidente. Aterrizaron tarde y habían dormido poco. Cantaron, botaron, gritaron, animaron y se mimetizaron con unos cánticos que hacía tiempo no se entonaban.

Y es que, aunque muchos lo presumían, el Atlético no ha olvidado cómo celebrar títulos. En la calle se vieron gentes de todas las edades, familias enteras, trabajadores que acreditaban haber abandonado sus puestos horas antes... miles de pares de ojos atónitos y bien abiertos para asimilar bien todo cuanto contemplaban. No querían perderse un detalle.

Cualquier esquina era idónea para botar, para cantar. El equipo, dentro de la Catedral de la Almudena, escuchaba los cánticos de su afición apostada fuera. Fueron muchas las lágrimas vertidas.

Seguro que se recordarán los cánticos de Antonio López en el Ayuntamiento con mil seguidores llegados al interior de una de sus galerías.

Pero el momento para el recuerdo seguro que será la cita con el dios Neptuno. Emergió de sus aguas para recibir la visita de los aficionados.

Hoy llegaba el trofeo y había que exhibir la mejor de las sonrisas, y más de cien mil almas formaban coro. Al final, bufanda rojiblanca al cuello, pidió no ser olvidado nuevamente durante tanto tiempo y una nueva visita el próximo jueves con la Copa del Rey.

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