El año 2012 no había empezado bien para Marcelo, marcado por algunas informaciones como fuera de peso tras el regreso de las vacaciones, rumores que parecían confirmar las decisiones de José Mourinho con el brasileño. De titular indiscutible pasó a faltar a varios partidos, incluido el último Real Madrid-Barcelona, o a ser sustituido como le pasó en Mallorca.
El gol de Fernando Llorente complicaba el partido al equipo blanco, que naufragaba en el Santiago Bernabéu ante un Athletic que hacía honor al apodo de su entrenador, el 'Loco' Bielsa. Fútbol sin ataduras, alegre, vertiginoso, alocado en ocasiones. Un partido en teoría ideal para el Real Madrid, letal al contragolpe, pero que se le atragantó.
Hasta que apareció Marcelo, otro que tiene el fútbol descontrolado por bandera. En una de sus subidas al ataque por sorpresa que tanto daño hacen a los equipos rivales, el brasileño hizo la pared con Karim Benzema y se plantó delante de Gorka Iraizoz, al que superó sin problemas.
Un gol que celebró con rabia, consciente de que 2012 no está siendo un buen año para él, aunque en sus manos está cambiarlo. De hecho, en su primera temporada con Mourinho en el banquillo del Real Madrid, Marcelo ya cambió la opinión de su entrenador, que de buscar refuerzos en verano para su posición pasó a considerarlo una pieza imprescindible en el equipo.
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