Mundial 2010: ¿Aprovechará Kaká su oportunidad para volver a brillar en Sudáfrica?

  • Kaká afronta el Mundial muy ilusionado, después de un año muy duro para él en el Real Madrid en el que sus lesiones le han impedido mostrar su mejor nivel. Este líder de la canarinha apelará a su fe para llevar a Brasil para lograr su sexto Campeonato del Mundo.
Brasil aterriza en silencio en el Mundial
Brasil aterriza en silencio en el Mundial
Mark Starr | GlobalPost

(Boston, EEUU).Kaká es el rostro más conocido del creciente movimiento cristiano evangélico de su país, Brasil. Un papel inusual en una nación donde las superestrellas del fútbol -y Brasil tiene unas cuantas figuras en la historia del deporte rey- suelen tender hacia estilos de vida que son tan rutilantes como su juego. Pero es que Kaká es, sobre todo, un fiel devoto, dentro y fuera del terreno de juego.

Celebra sus victorias con una oración, y utiliza camisetas y botas de fútbol que subrayan su fe: "Creo en Jesús" o "Dios es fiel". Ensalza continuamente las virtudes de "el libro", ha revelado públicamente que él y su mujer eran vírgenes cuando se casaron en 2005, y que le fascina la música gospel.

Kaká siempre estuvo destinado a ser una estrella poco corriente. A diferencia de la mayor parte de las grandes figuras que aprendieron el juego en las calles de las favelas, Kaká es un chico de clase media, hijo de un ingeniero, que también prometía en las canchas de tenis. Pero la educación era una prioridad en su familia, y no firmó su primer contrato para jugar en un club de fútbol hasta que tuvo 15 años, bien superada la edad de niño prodigio.

Aún así, escaló rápidamente y, a los 20 años, formó parte del equipo que ganó el Mundial de Fútbol de 2002. El joven superatleta tenía además una rara sofisticación, reflejando una misión personal que trascendía el juego. A los 22 años, ya se había convertido en el embajador internacional más joven contra el hambre del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas.Toda esta virtud y caridad le han hecho el perfecto líder de equipo para el seleccionador nacional de Brasil, Dunga.

Cuando Dunga era capital del equipo que ganó el Mundial de Fútbol de 1994 recorría el medio del campo de manera incansable y, cuando era necesario, con ferocidad. Ahora está remodelando la selección brasileña a su imagen y semejanza, y eso significa enterrar los remanentes del jogo bonito y exaltar un planteamiento más defensivo, tenaz y táctico.

Kaká es capaz de ejecutar carreras frenéticas y exquisitas, como las que un día fueron la sangre del fútbol brasileño. En Italia marcó 90 goles en seis notables temporadas, como el detonante ofensivo en el medio campo del A.C. Milan. Pero también ha demostrado estar dispuesto a hacer los sacrificios (compartiendo el balón y la gloria) y el trabajo sucio (en defensa) que ha ordenado Dunga.

Dunga se hizo cargo del equipo tras el Mundial de 2006, cuando después de haber alcanzado tres finales consecutivas Brasil perdió ante Francia en cuartos. Kaká apenas había brillado, marcando su único gol en el primer partido de su selección ante Croacia (1-0). Aún así, no le culparon de lo que los brasileños consideraron una debacle. Lo peor se lo llevaron otros miembros (Ronaldo, Ronaldinho, Adriano) del publicitado cuarteto ofensivo.

Kaká es el único de los cuatro que ha logrado sobrevivir a los nuevos conceptos de Dunga en el equipo que disputa el Mundial de Sudáfrica.Ciertamente Brasil parecía estar de nuevo en camino cuando la selección ganó el año pasado la Copa Confederaciones de Sudáfrica. Los hinchas podían debatir sobre victorias de un gol sobre equipos como Egipto, Sudáfrica y Estados Unidos. Brasil ya no pensaba en estilo, sino en resultados.

La Copa de Confederaciones parecía el perfecto lanzamiento también para Kaká, a punto de trasladarse a su nueva casa en España.El Real Madrid pagó más de 90 millones de dólares para emparejarlo con el astro portugués Cristiano Ronaldo, traspasado también el año pasado desde el Manchester United por unos 130 millones de dólares. Madrid iba a ser la anfitriona de la final de la Champions League 2010, y el equipo calculaba que la inversión de 220 millones de dólares en la punta de ataque se recuperaría ganando el ansiado trofeo en casa esta primavera.

Kaká y el Real Madrid, sin embargo, no han resultado ser un matrimonio bendecido por el cielo. El equipo no sólo no logró ganar la coronación de la Champions, descabalgándose de la competición en cuartos ante el Lyon, sino que terminó por segundo año consecutivo segundo en la Liga, tras el Barça.

Durante gran parte de su primera temporada en el Real Madrid Kaká no rindió como se esperaba, encadenando molestias físicas que le han apartado del juego. Mientras Ronaldo marcó 33 goles en 35 partidos, Kaká sólo marcó ocho veces y parecía incapaz (no reacio) a desempeñar su papel de segundo. Los dos partidos contra el Barcelona terminaron decidiendo el título. El Real Madrid no sólo perdió ambos, sino que no logró meter un sólo gol.

Kaká no se libró de las culpas del fracaso. Los seguidores del Real Madrid empezaron a criticar sus compromisos publicitarios e incluso su fe; pensaban que cualquier cosa que hiciese Kaká mermaba su concentración en los intereses del equipo. Irónicamente, mientras la superestrella de la selección de Argentina y del Barcelona Lionel Messi ha sido criticado en su tierra natal por preocuparse, sobre todo, de su club, a los hinchas del Madrid les preocupaba que el rendimiento de Kaká disminuyese como resultado de sus obligaciones como líder del equipo brasileño. El Mundial de Sudáfrica no resolverá esa espinosa pregunta, pero ofrece a Kaká la oportunidad para resurgir y redimirse.

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