Italia, que hace cuatro años se proclamó campeona del mundo en Berlín, está cerca de decir 'adiós' a la cita sudafricana tras cosechar un nuevo y vergonzoso empate, en esta ocasión ante Nueva Zelanda. Todas las carencias y malos síntomas que se percibieron en el primer partido ante Paraguay se ratificaron ante "los kiwis".
El equipo transalpino ha marcado dos goles en este Mundial, y en ambos ha tenido una participación más que clave el equipo rival. Ante el combinado sudamericano De Rossi se aprovechó de una salida en falso, un vuelo sin motor, del guardameta Justo Villar para empatar el partido, y frente a Nueva Zelanda fue un penalti ingenuo de Smith sobre el propio centrocampista de la Roma, transformado por Iaquinta, el que les valió para salvar un punto.
La carencia de gol es un síntoma más en el cuadro médico de un paciente que, ahora mismo, tiene pocas posibilidades de sobrevivir. La defensa hace aguas, con Cannavaro, "il capitano", regalando goles (como ante los "All Whites"), y unos acompañantes (Chiellini, Zambrotta y Criscito) que se contagian del bajo nivel del ex madridista. Lippi ha tenido que ubicar bajo palos a Marchetti ante las dolencias en la espalda que sufre Buffon, y el portero del Cagliari puede ser, tal vez, de las pocas buenas noticias que den esperanza a los italianos
El centro del campo es la zona donde más se le ven las costuras a Italia. Ausente Pirlo por lesión y Gattusso por decisión técnica (sus mejores años ya pasaron), De Rossi no puede abarcar todas la medular, aunque lo intenta. La ausencia de talento y mediocentros de nivel lastran el juego azzurri, que crea ocasiones por oleadas, insistencia y fútbol directo, pero prescindiendo del juego combinativo. No es nada nuevo, Italia es Italia y nunca jugará como Brasil o España, pero la falta de calidad de esta selección es preocupante. Ante Nueva Zelanda realizó 22 disparos (seis a puerta), centró 35 balones al área y provocó 15 saques de esquina, pero el resultado fue un único gol.
Pese a todo, y como dicen los clásicos, nunca se debe descartar a Italia. Históricamente le ha acompañado la suerte (aunque ante España en la pasada Eurocopa se cambió de bando y se puso una camiseta roja), y por ello puede darse la circunstancia de que en octavos aparezca, milagrosamente, la azzurra.
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